Seguramente hayas oído hablar alguna vez del “Efecto Mozart”, que sugiere que los niños que crecen escuchando la música de este compositor, ya desde el vientre materno, obtienen beneficios relacionados con su desarrollo cognitivo y emocional. Aunque Mozart parezca ser el gran elegido, lo cierto es que no es el único, y la idea de que sus obras son buenas para nuestros pequeños se extiende a la música clásica en general.
No es necesario que un niño aprenda a tocar un instrumento para obtener los beneficios que le ofrece este tipo de música. Seleccionando las piezas adecuadas, puedes conseguir en casa que se acostumbre a estas melodías, fomentando su desarrollo a diferentes niveles. Te contamos cuáles son los beneficios de escuchar a Mozart, Bach o Vivaldi, y qué tipo de piezas son las más adecuadas según el momento y la edad.
En contra de lo que a veces podemos pensar, la música clásica no es aburrida ni demasiado intensa para los niños. Al contrario, se trata de un tipo de música que encierra todo tipo de historias narradas a través de los instrumentos, y los más pequeños son capaces de detectar y percibir en ella diferentes estados de ánimo y emociones.
Abarcar y descubrir los sentimientos desde distintos estímulos es una gran ayuda para reconocerlos en nosotros mismos y en los demás, ayudándonos a ser más empáticos, algo que beneficiará al niño a la hora de establecer relaciones sociales.
Además, el estímulo auditivo favorece el desarrollo de la imaginación, vital en el crecimiento de un niño. Y si tienes a mano una selección de piezas relajadas, escucharlas le ayudará a calmarse cuando lo necesite, o a conciliar el sueño si le cuesta dormir.
No se trata de creer a ciegas que el “Efecto Mozart” significa literalmente que los niños que escuchan música clásica son más inteligentes. Pero sí es cierto que escucharla de manera habitual favorece el aprendizaje en términos generales. La música se crea atendiendo a unas estructuras similares a las que forman nuestro lenguaje, y este se estimula, tanto en la construcción gramatical como en el uso de vocabulario, gracias a ella.
Además, se favorece un estado de concentración y de comprensión, de manera inconsciente, que aumenta la capacidad de atención y concentración del cerebro. Lo mismo ocurre con el desarrollo del razonamiento lógico o con la capacidad resolutiva numérica.
Por suerte, disponemos de una gran cantidad de piezas de música clásica para elegir, aunque esto también puede resultar desbordante en ocasiones. Antes de volverte loca pensando en qué tipo de música debería escuchar tu hijo, déjate llevar por tu intuición, porque son piezas que tienen todas ellas complejidad estructural, al tiempo que contenido emocional, por lo que siempre será bueno escuchar cualquiera.
Si buscas objetivos concretos, como que les ayude a concentrarse para estudiar o hacer los deberes, te recomendamos aquellas en las que predominan los instrumentos de cuerda. Para que duerman más relajados, hay clásicos infalibles, como Para Elisa, Claro de luna o el Adagio de Albinoni. Si quieres que suene de fondo mientras juegan, busca temas animados, como las Cuatro Estaciones de Vivaldi o la danza húngara de Brahms.