Con la llegada del pequeño Lucas, Martín no tenía una buena idea. No podemos olvidar aquella mochila que intentó llegar al jardín de los vecinos. Pero ahora parece que las aguas se han calmado y los mimos han llegado. Martín se tumbaba cerca del pequeño, cabecita con cabecita, en lo que podría ser un intento de tregua al ver a Lucas como un futuro compañero de juegos. Seguramente la receta de paciencia y mucho amor le ha funcionado a Mamá Carbonero.
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