La piel atópica ya no es un problema: causas y tratamientos para aliviar sus síntomas
La dermatitis atópica es una enfermedad que suele estar muy presenten en niños, afectando a un 20 o 30 por ciento de ellos.
Será responsabilidad de los padres prevenir su aparición, así como encargarse de su tratamiento, ya que esta puede producir fuertes picores y rojeces.
La dermatitis atópica se dará, de forma muy frecuente, en niños pequeños, ya que suele afectar a un 20 o 30 por ciento de ellos. Por eso, será muy importante conocer en qué consiste, cuáles son sus síntomas y si tiene tratamiento. La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria crónica y hereditaria de la piel en la que se produce, de forma adecuada, la función de protección frente agentes externos. Esta resultará mucho más permeable al paso de aquellas sustancias que podrán ser más irritantes. También, con esta dermatitis, el sistema inmunológico estará alterado y provocará la aparición de un picor intenso, inflamación, deshidratación, sequedad y eccema atópico.
La piel de un adulto no es igual que la de un bebé
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Cabe destacar que la piel de los bebés y de los adultos será muy parecida y tendrán unas funciones y unas estructuras muy parecidas. Eso sí, no será del todo igual y presentarán algunas diferencias que hay que conocer. La piel de los bebés es, aproximadamente, un 30 por ciento más fina y, por ello, también será más sensible y delicada, con más tendencia a irritarse. Su pH es más básico que la de los adultos y hace esté menos protegida. Además, en el momento del nacimiento, se producirá una mayor cantidad de sebo. Esta sobreproducción, normalmente, suele remitir a partir de los dos meses. También, los melanocitos de la piel del bebé producirán unas cantidades muy pequeñas de melanina que no serán suficientes para protegerles de la acción de los rayos solares.
De la misma forma, al no estar completa al cien por cien esa piel de los bebés, esta dejará que penetre o de que se escape una mayor cantidad de agua, lo que influirá en la absorción de esos productos que aplicamos sobre la misma. También, los niños pequeños serán más sensibles a los cambios de temperatura. Eso sí, los microorganismos beneficiosos que se asientan sobre la piel de los bebés tampoco son los mismos que tenemos los adultos. Cuando el bebé va creciendo, estas diferencias se irán reduciendo. Será muy importante cuidar la piel desde bien pequeño, ya que ese será el momento ideal para comenzar a hidratarla. Más de la mitad de los casos de dermatitis atópica suelen desaparecer antes de la adolescencia y solo se mantiene entre los adultos entre un tres y un cinco por ciento de la población.
Cómo cuidar la piel para que no se produzca una dermatitis atópica
Unos cuidados adecuados lo que hará será disminuir sus molestias, evitar el rascado, y así, la posibilidad de sobreinfección de las lesiones. Una correcta rutina de cuidado hará que haya menos posibilidades de que se produzca esa dermatitis que puede ser tan problemática. Para cuidar esa piel atópica, el baño deberá realizarse con agua tibia, durante un periodo corto de tiempo, y con un jabón suave, sin ningún tipo de detergentes agresivos. El uso de productos de limpieza adecuados será imprescindible para el cuidado de la piel atópica, teniendo especial cuidado de la piel atópica y con el uso de geles sobregrasos. Tras la higiene habrá que secar al pequeño con mucho cuidado, sin frotar su piel y aplicar, luego, un producto que aporte hidratación y que impida que se pierda agua y que se aporta agua y los lípidos adecuados.
Será de vital importancia evitar el rascado que, además de irritar la piel, puede producir sobreinfecciones. También, una buena opción será mantener las uñas considerablemente cortas. La ropa de algodón será la más adecuada ya que existirá un riesgo menor de que se produzcan irritaciones y permite la transpiración. De la misma manera será muy importante mantener al bebé a una temperatura media, sin que pase frío, pero sin que llegue a sudar. Ese sudor podrá causar irritación y la calefacción podrá resecar el ambiente. Los síntomas serán muy claros; irritación, sequedad extrema de la piel, inflamación, lesiones, enrojecimiento y, sobre todo, picor.
Qué hacer cuando se produce un brote
Cuando se produce un brote será necesario aplicar un tratamiento farmacológico, que tendrá que ser indicado por un especialista. Se trata de productos que ayudarán a disminuir la inflamación, la irritación y el riesgo de infección de lesiones. También, en el mercado nos podremos encontrar con productos indicados para aliviar el picor de las pieles atópicas que conseguirá calmarla de forma rápida y duradera. Del mismo prevendrá el rascado y la aparición de infección de las lesiones. Cabe destacar que una de las peores temporadas del año para la piel atópica será el verano, ya que será cuando más sufrirá la dermis, debido al clima seco, al sol y al agua del mar o de la piscina, que contendrá gran cantidad de sal o de cloro.