De forma normal, la placenta se encuentra en el fondo o en las paredes laterales del útero, a una distancia adecuada del orificio. Sin embargo, en un embarazo de cada 200 puede pasar que esa placenta se inserte de forma anómala en la parte baja del útero, muy cerca de la cérvix y, en algunas ocasiones, justo encima de ella. En estos casos se habla de placenta previa o baja. Si esto sucede, la placenta obstruye de forma parcial o total la salida del canal del parto. Aunque al principio parezca preocupante, lo cierto es que la placenta baja no tiene que preocuparnos. Suele diagnosticarse con bastante antelación y no perjudica el avance del embarazo.
Eso sí, habrá que tomar una serie de indicaciones y, en la mayoría de los casos, el parto suele ser por cesárea. Pero, ¿cuándo se presenta esta placenta previa? Pues bien, cuando, después de la concepción, el embrión se anida en un segmento inferior del útero. Se trata de algo que no se puede predecir ni evitar. Sin embargo, sí que existen algunos factores que hacen que esto sea más probable que se presente. Como, por ejemplo, la edad avanzada de la madre, el número de embarazos anteriores o el hecho de haber sufrido una cesárea previamente. También, si se ha sufrido endometriosis o la presencia de fibromas. De la misma forma, fumar también puede ser otro de los factores desencadenantes de placenta baja.
Además, aquellas que ya han sufrido este problema tendrán más posibilidades de volver a tenerlo, el riesgo varía entre un cuatro y un ocho por ciento. Cabe recordar que, durante las primeras semanas de embarazo, es muy común una posición baja del útero. Suele afectar a casi el 30 por ciento de las mujeres. En la mayoría de casos, con el paso del tiempo, la placenta se va desplazando. Y en el tercer trimestre, su postura ya se corrige. Por eso, si en la ecografía del segundo trimestre se observa que el bebé está demasiado bajo, no hay que preocuparse demasiado. La patología determina solo si la placenta se queda en la misma posición, a pesar de que el embarazo haya avanzado.
Es en ese momento cuando puede hablarse placenta baja o previa. Es decir, solamente a partir de la semana 28 o 30 de embarazo. Antes, lo más correcto es referirse a esta anomalía como “inserción baja de placenta”. Por tanto, si el embarazo evoluciona correctamente no es necesario someterse a más controles de los necesarios. A menos que haya un retraso de crecimiento intrauterino. Sin embargo, hay veces que la placenta previa no funciona como la normal. En esos casos, las ecografías se tendrán que hacer con más frecuencia. En el caso de que hubiera alguna pérdida de sangre vaginal, la madre tendrá acudir a un especialista para que revise su situación.
La placenta previa puede ser de tres tipos, que difieren entre ellos por la distancia que hay entre el borde inferior de la placenta y la abertura del canal cervical. La placenta previa completa recubre todo el orificio uterino. Por su parte, la placenta previa periférica se da cuando el margen de la placenta tiene una distancia menor de 2,5 cm del orificio. La placenta previa lateral se produce cuando se instala en el segmento uterino inferior, pero con una distancia de menos de 2,5 cm del cuello del útero.
En caso de hemorragia por placenta previa, la futura madre tiene que acudir al médico, donde le realizarán las intervenciones que necesite. Si la mujer no ha llegado a la semana 34 de embarazo, lo más común es que la pérdida de sangre sea escasa, además tampoco habrá sufrimiento fetal. Solo en situaciones muy graves podrá ser necesaria una transfusión de sangre. Cuando el sangrado es abundante y no termina podría ser indispensable hacer una cesárea de urgencias. En el caso que durante el embarazo no haya ningún inconveniente, se seguirá apostando por un parto por cesárea.
Una vez diagnosticada habrá que tomar ciertas precauciones. Por ejemplo, habrá que evitar los ejercicios físicos; no es necesario estar en reposo absoluto, pero sí tener una vida tranquila y sin estrés. También, está recomendado no tener relaciones sexuales. Tampoco será recomendable no hacer viajes demasiado largos y agotadores, sobre todo en el extranjero o a lugares que no poseen las infraestructuras hospitalarias adecuadas. Eso sí, como ya hemos comentado, si tienes pérdidas de sangre vaginales deberás acudir al médico.