"Mi bebé tiene la mirada perdida": ¿por qué se produce esta complicación y cuándo desaparecerá?
Cuando los pequeños crecen y se desarrollan puede ser que algo no se dé correctamente.
Los bebés podrán tener la mirada perdida, los ojos introvertidos o problemas de percepción.
Será muy importante controlar esta complicación, ya que podrá ser síntoma de alguna enfermedad.
Cuando los bebés crecen, vamos siendo conscientes de cómo se está produciendo su desarrollo. Así, en algunas ocasiones, podremos apreciar que los pequeños no crecen cómo deberían y, por eso, debemos estar alerta. Puede ser que el bebé tenga la mirada perdida, los ojos introvertidos y problemas de percepción, síntomas que podrán ser posibles indicios de alguna anomalía mental, aunque también podrá depender de la edad del pequeño.
Los órganos visuales tiene un tiempo de adaptación
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La mirada recurrente en los niños puede indicar la presencia de dos tipos de padecimientos: visuales o del sistema nervioso. Por eso, los especialistas recomiendan mantener un control en el comportamiento visual de los pequeños y estar pendientes de cómo evoluciona. Si creemos que no lo hace cómo debería habrá que acudir a un especialista para que realice una pequeña revisión.
Lo primero que debemos saber es que los órganos visuales tienen un tiempo de adaptación para su funcionamiento correcto. Y, por eso, incluso después del parto, cada ojo continúa acostumbrándose a la recepción de los estímulos hasta llegar a su estado más óptimo.
Qué puede significar
Si tenemos contacto directo con nuestro hijo podemos notar que tiene unos movimientos extraños en los ojos. Esto se notará en el caso de que, por ejemplo, veamos que no enfoca cuando le estamos dando el biberón, y nos podrá indicar que se trata de un problema de estrabismo. Hay que tener en cuenta que una mirada dispersa podrá ser normal, pero hasta cierto punto.
Cuando los niños son muy pequeños, sus ojos podrán estar un poco desorbitados hacia adentro, lo que indicará que los órganos visuales están aún adaptándose a cumplir su función. En estos casos, los padres podrán desarrollar algunas actividades y ejercicios que ayudarán a los pequeños. No obstante, este contratiempo deberá superarse cuanto antes, principalmente, a partir del sexto mes de vida.
Las señales que deberán preocuparnos
En el caso de que esto no suceda, el especialista podrá diagnosticar una enfermedad e iniciar un tratamiento médico. Además, cuanto más tiempo pase, más complicado será realizar la corrección. También, podrás observar que tu pequeño tiene la mirada perdida y que mire hacia otro lado cuando interactuamos con él. Así, existe la posibilidad de que se trate de un problema en su sistema nervioso y, en la actualidad, esto se relaciona con la presencia de algún grado en autismo de los niños. Por eso, en el caso de que tengamos alguna sospecha, lo mejor será consultar con un pediatra.
Será este quien encargará una revisión oftalmológica para llegar a un buen diagnóstico. Otras señales que tendremos que tener en cuenta será si el bebé no fija la mirada. Los niños, a partir de los tres meses, deben ser capaces de fijar y coordinar su mirada. Si no pueden y sus ojos se mueven constantemente probablemente es que hay algún problema. También, puede ser que el niño no siga a los objetos con la mirada, algo que será normal hasta cierta edad y se puede trabajar con ejercicios.
Otra posibilidad podrá ser que el pequeño mueva los ojos hacia una determinada dirección. Este síntoma demostrará poco control de los órganos oculares, así como una falta de alineación. El lagrimeo también podrá ser una posibilidad y se producirá cuando el bebé presente lágrimas constantes en los ojos, incluso cuando no haya llorado. Por eso, podría existir algún fallo en la función del parpadeo.
Será muy importante realizar ejercicios
Esto no tendrá que suponer un estrés para el pequeño, ya que, en los primeros meses de vida, es normal que el niño no controle del todo su mirada. A partir de la quinta o la sexta semana, sí que el bebé deberá ser capaz de enfocar la vista. Además, de forma general, puede ser que esta falla ocular solamente se dé en uno de los ojos. Si a los dos o a los tres meses, este problema persiste, lo más recomendable será que el niño sea revisado por un especialista.
Un pequeño con un semestre de vida ya debe ser capaz de observar prácticamente como un adulto. Así, como ya hemos comentado, los padres tendrán una labor importante, ya que tendrán que ser los encargados de hacer los ejercicios estimulantes. Uno de los más efectivos que se puede hacer es con juguetes de colores llamativos y la idea será que estos se muevan de un lado a otro para verificar que el pequeño es capaz de seguirlo.