Los niños son vulnerables a las lesiones: su curiosidad y sus ganas de experimentar se suman a su dificultad a la hora de advertir el peligro, lo que puede llegar a comprometer su vida. Es importante conocer los primeros auxilios y saber qué hacer en caso de que se expongan a algún tipo de peligro.
Los accidentes o lesiones no intencionales son la principal causa de muerte en niños; según la OMS, más de 800.000 menores de edad mueren al año a causa de este tipo de lesiones. En España, estos accidentes son muy habituales, y es importante que los padres tengan las herramientas para ponerles remedio en el momento. Esta realidad llevó a los pediatras del madrileño Hospital Infantil Universitario Niño Jesús, uno de los centros más importantes y prestigiosos en lo referente a cuidados pediátricos en España, a elaborar una ‘Guía Práctica de primeros auxilios para padres’. En Divinity.es te damos las claves para que puedas ponerle solución.
Ante un accidente o enfermedad repentina es importante conocer las pautas para llevar a cabo los primeros auxilios y actuar rápida y efectivamente.
Si se trata de fiebre, tos, vómitos o diarreas, algunos de los síntomas más comunes en niños y por los que se suele acudir a los servicios de urgencias y atención primaria, en principio se pueden tratar sin problema. Por norma general, la fiebre y la tos no son peligrosas y remite espontáneamente; solo se debería acudir al médico si los síntomas empeoran.
En el caso de las convulsiones o los desmayos, los médicos recomiendan mantener la calma, si bien es cierto que, si la convulsión no cede espontáneamente, el niño tarda en recuperar la conciencia o siente molestias en el pecho o para respirar, conviene llamar a urgencias cuanto antes.
Las intoxicaciones en niños también suelen resultar complicadas para los padres, sobre todo por los primeros síntomas que manifiestan, como vómitos o diarreas. Lo mejor es no tratar de provocarle el vómito y retirar la sustancia solo si es sólido; después, identificar el producto que le ha intoxicado y llamar al centro de toxicología que suele incluirse en la etiqueta: ellos os indicarán cómo proceder.
Si el problema ha sido producido por un fuego o un golpe, el procedimiento es otro. Las quemaduras también suelen ser problemáticas y habituales: la casa está llena de objetos que pueden producir abrasiones en la piel, como la plancha o la vitrocerámica. Si eso ocurre, conviene enfriar la zona afectada con agua durante unos veinte minutos (nunca con hielo, puede quemar la piel si se aplica directamente) y, si se han producido ampollas, no romperlas.
También es habitual que al jugar o correr, los niños se golpeen o arañen con fuerza. En el camino, quizás arrasen con la cabeza, las extremidades o los dientes, zonas que suelen acumular, junto al pecho, la boca o el abdomen, los traumatismos infantiles.
La mayoría de ellos son leves, aunque también pueden darse casos de gravedad y conviene no infravalorarlos. Con una buena prevención, como cascos y rodilleras antes de montarse en una bicicleta o patines, pueden evitarse la mayoría de ellos. Sin embargo, cuando no queda más remedio y el niño ya se ha golpeado, conviene prestar atención a los traumatismos craneoencefálicos, ya que pueden provocar lesiones más severas.
En el caso de que se haya hecho una herida o corte, la prioridad será detener la hemorragia, haciendo presión directamente sobre la herida con gasas o un paño previamente desinfectado. Si el sangrado no cesa o la herida es muy profunda, debemos acudir a un médico.
Los niños se llevan casi cualquier cosa a la boca, y los trozos grandes de comida, los juguetes o las monedas pueden producirles obstrucciones. Si esto ocurre, y mientras llega el personal sanitario, podemos probar a realizar la maniobra de Heimlich, teniendo en cuenta su peso y altura para no ejercer más fuerza de la cuenta. Primero, pregúntale al niño si está bien y anímale a toser; si el objeto no sale, colócate detrás del niño y pon un brazo alrededor del pecho, para después darle 5 golpecitos entre los omóplatos.
Si los golpes no expulsan el objeto, hay que abrazar su abdomen con los dos brazos, formando un puño con una de las manos y apretando el centro del abdomen con el pulgar hacia dentro. Después, se comprime el abdomen 5 veces con un movimiento rápido y seco hacia adentro y hacia arriba. Conviene repetir esta acción varias veces.
En el caso de los bebés, se le coloca boca abajo y se le dan 5 golpes fuertes y rápidos en la espalda con la parte baja de la mano, evitando ejercer la fuerza suficiente como para hacer daño al niño.