La prueba de la glucosa en sangre, también llamada Test de O’Sullivan, mide los niveles de la glucosa en la sangre, un tipo de azúcar que es la principal fuente de energía del cuerpo. Una cantidad excesiva o insuficiente de glucosa en sangre podrá ser signo de un problema médico serio.
Los niveles altos producirán hiperglucemia, uno de los síntomas claros de la diabetes, un tipo de enfermedad que causa problemas en de corazón, de ceguera, insuficiencia renal, así como otras complicaciones. Por su parte, los niveles bajos de glucosa también pueden provocar daños cerebrales si no se tratan. Así, todas las embarazadas tienen que someterse a la prueba del azúcar, al menos una vez, durante el periodo de gestación.
El Test de O'Sullivan consiste en ingerir 50 gramos de glucosa disuelta en agua. Se trata de una bebida muy dulce. Tras tomarla, la gestante deberá estar unas horas en reposo y no tendrá que ingerir ningún alimento. Justo antes de la prueba se toma una muestra de sangre para medir la concentración de la glucosa. Una hora después se repite el mismo proceso. La medida de glucosa, tras la hora de espera, debe ser menor de 140 mg/dl. Si alguna de las dos medidas aparece alterada se tendrá que hacer otra prueba similar, pero más larga: la prueba de sobrecarga oral con glucosa.
La prueba suele realizarse en el segundo trimestre de embarazo. Muchas mujeres describen la prueba como un momento desagradable, debido al fuerte y dulce sabor la bebida. En algunas ocasiones puede llegar a producir vómitos o mareos. Aunque será muy importante su realización ya que si la diabetes gestacional no se controla habrá riesgo de complicaciones.
La diabetes es una incapacidad del organismo para conseguir que los azúcares de la sangre pasen al interior de las células. Al ingerir los alimentos, el nivel de glucosa en sangre permanece alto. Normalmente, la diabetes no suele provocar síntomas, aunque en caso de que aparezcan lo más será que tengamos sed excesiva y, como consecuencia, micción abundante. Existen tres tipos de diabetes: tipo I, tipo II y diabetes gestacional. Las dos primeras pueden ser peligrosas en el embarazo si no se controlan de forma médica. En cambio, la diabetes gestacional tiene menos riesgos.
La diabetes tipo I puede tener una causa inmunológica y se da cuando las células del páncreas, que son las encargadas de fabricar insulina, son destruidas por anticuerpos. La insulina es la hormona que consigue que la glucosa de la sangre pasa a las células para alimentarlas. El resultado no solo será que la glucosa esté elevada, sino, también, que las células del organismo tengan una carencia manifiesta de alimentos. En este tipo de diabetes es muy común tener sed, hambre y suele afectar a personas jóvenes. Exige un tratamiento de insulina de por vida, ya que se trata de un trastorno que no se resuelve con la dieta.
La diabetes tipo II suele aparecer en personas obesas y es más frecuente en mayores. En muchos casos, también se da si tienen familiares cercanos que tengan la misma afección y, sobre todo, si se sigue una dieta descuidada y se tiene una cierta edad. Una causa habitual es mantener una alimentación con exceso de calorías durante muchos años.
Por su parte, la diabetes gestacional aparece solo en el embarazo. Más concretamente, en el segundo o en el tercer trimestre. Se produce porque durante la gestación y a partir del comienzo del segundo trimestre, la placenta produce una hormona, denominada hormona feto placentaria, que hace que la glucosa en sangre sea más alta de lo habitual. Su finalidad es asegurar que el feto tenga suficiente cantidad de alimento. Eso sí, cuando el embarazo llega a su fin, la hormona desaparece. Las mujeres que han padecido este tipo de diabetes suelen tener tendencia a sufrir diabetes tipo II en su vida. Y, en muchas ocasiones, esta se solucionará siguiendo una dieta adecuada.
Cabe destacar que una diabetes gestacional en la que se cuida la dieta y se hace ejercicio no supondrá ningún peligro ni para la madre ni para el bebé. Pero cuando esta no se resuelve se debe tratar con insulina o con alguno de los pocos antidiabéticos orales que son compatibles con el embarazo.
Los recién nacidos de madres diabéticas tendrán predisposición a la hipoglucemia durante las primeras horas de vida, por lo que la lactancia debe ser regulada. Además, tendrán mayor tendencia a tener exceso de glóbulos rojos en la sangre y una falta de calcio o de magnesio. La diabetes tipo I o II, si no está bien controlada, puede llegar a producir complicaciones en el embarazo. No ocurre lo mismo con la diabetes gestacional. Por tanto, durante el embarazo, habrá que darle una gran importancia a la dieta y se tendrán que evitar los carbohidratos de alto índice glucémico.