A partir de los 6 meses los bebés comienzan con la alimentación complementaria. Hasta ese momento, la recomendación de la OMS es que se alimenten exclusivamente de leche materna, ya que tiene todos los nutrientes que el bebé necesita y le aporta todo tipo de beneficios.
En el caso de los bebés que se alimentan con leche de fórmula, los pediatras pueden empezar a pautar la alimentación complementaria desde los 4 meses. Junto a los purés (que combinan proteínas, verduras y cereales), la fruta es uno de los primeros alimentos que toma un bebé distinto a la leche. Y aquí empiezan las dudas acerca de qué frutas darle, cómo dárselas y qué cantidad.
Lo cierto es que se pueden escuchar todo tipo de teorías acerca de qué frutas son las más adecuadas para darle a un bebé de 6 meses. Lo más habitual es comenzar por la pera, el plátano y la manzana. Retrasar otro tipo de frutas tiene varias explicaciones: por un lado se recomienda empezar con frutas que les resultan agradables por su sabor suave, dejando los cítricos para más adelante. Por otro lado, se cree que las frutas que tienden a ser más alergénicas, como el melocotón, es más seguro darlas cuando el bebé tiene algunos meses más.
En realidad un bebé de 6 meses podría tomar cualquier tipo de fruta, pero si atendemos al sentido común, no es necesario correr, como en casi nada relacionado con su desarrollo. Es decir, si lo que queremos es que le coja el gusto a la fruta, lo razonable es empezar por aquellas que le pueden gustar más, y poco a poco ir añadiendo nuevos sabores. Si optamos por la paciencia y la variedad escalonada, lo más posible es que antes del año el pequeño coma con gusto cualquier tipo de fruta.
Sabemos que no hay mejor manera de comer la fruta que a bocados, aunque esto no tenga por qué ser siempre lo mejor para un bebé que comienza a tomar alimentos sólidos. De nuevo el sentido común y la paciencia van a ser las mejores consejeras. Si atendemos a corrientes como el Baby Led Weaning (BLW), la fruta siempre debe tomarse sólida y ofreciendo al bebé trozos que pueda coger cómodamente con la mano y llevarse a la boca. Esta opción es perfecta y puede que sea la que elijas, pero no es la única, ni es perjudicial para el bebé que lo hagas de otra manera.
Hay quien prefiere aplastar la fruta con un tenedor y dársela al bebé a cucharadas, y esta es una opción tán válida y saludable como cualquier otra. A medida que vaya cogiendo el gusto por la fruta, puedes ir dándosela cortada a trozos. Si el sabor ya le gustaba cuando se la dabas aplastada, le seguirá gustando cuando se la ofrezcas entera.
También hay quien prefiere preparar una papilla con la fruta y añadirle unas gotas de zumo de naranja o mandarina (que es un poco más dulce). Lo único importante en este caso es que no se añada nunca azúcar.
Sabemos que la fruta es muy importante en la alimentación de los niños (y de los adultos) gracias a su aporte de vitaminas y nutrientes. Pero un bebé no puede pasar de tomar solo leche a comer dos piezas de fruta al día. Además de resultarle indigesto, es muy posible que termine por rechazar la fruta, que es justo lo contrario de lo que pretendemos.
Puedes empezar por un cuarto de manzana, media pera o medio plátano a media mañana o media tarde. Una vez que se haya acostumbrado al sabor, es posible que veas cómo le apetece ir aumentando la cantidad en cada toma. Y cuando vayas introduciendo más frutas, puedes tomar como medida darle media taza de la que elijas en cada toma.
Si optas por hacer una papilla multifrutas, no hace falta que eches una pieza entera de cada una de ellas. Piensa que tú tampoco te lo comerías, así que mezcla trozos de diferentes frutas de manera que la cantidad no exceda el envase de un potito de frutas de los que comprarías en el supermercado o en la farmacia.