Cuando se es madre llegan de repente muchas preocupaciones a tu vida y, la mayoría de ellas, relacionadas con ese nuevo miembro de la familia, más aún si eres primeriza. Una de las cuestiones que más rondan la cabeza es si el bebé estará creciendo adecuadamente. Por supuesto aquí la genética o la nutrición tiene mucho que ver y, mientras unos son más pequeños, otros serán algo más grandes. Pero por lo general hay una medidas que marcan si los pequeños de la familia están creciendo adecuadamente: el percentil. Este valor compara la medidas, como la altura o el peso, de un bebé frente a las de otros de sus mismas características.
No a todas las edades se miden los percentiles de la misma forma. Según establece la Asociación Española de Pediatría (AEP), hasta los niños de dos años se mide solo el peso, la longitud desde los pies hasta la cabeza con el pequeño tumbado y el perímetro cefálico, es decir, el tamaño de la cabeza. Desde esa edad en adelante se continúa midiendo el peso, la talla, aunque esta vez ya se hace con el niño de pie, y se estudia el índice de masa corporal para prevenir el posible sobrepeso desde edades muy tempranas.
Para saber dónde se sitúa cada niño hay gráficas o curvas de crecimiento que están elaboradas a partir de datos recogidos de niños de distintas edades y que marcan cuál es el intervalo adecuado para cada medida en los niños dependiendo de su edad y de su sexo.
Cuando el pediatra da los datos del percentil del niño, cuanto mayor sea el dato quiere decir que el niño es más grande que otros de su misma edad y condiciones, mientras que si el valor es bajo, quiere decir que es más pequeño. Se suele medir en porcentajes, por lo que si el niño tiene un percentil del 50% quiere decir que la mitad de los demás niños con condiciones similares a la suya son más grandes que él y la otra mitad son más pequeños.
Aún así, desde la AEP creen que no hay que tener una preocupación excesiva por el percentil de los niños y que al final tan solo es un dato estadístico que se debe saber interpretar, por eso siempre es mejor seguir las directrices de los profesionales, que sabrán si realmente el pequeño pasa por un problema o es algo normal en el crecimiento infantil.
Seguir el crecimiento de los niños desde que son recién nacidos hasta que dejan de crecer en la adolescencia es importante para establecer cómo es su patrón de crecimiento y detectar posibles anomalías o desviaciones que pueden provocar problemas. Por sí solo el percentil no tiene un gran valor, pero si se compara con otras pruebas médicas y otros factores, la curva de crecimiento puede ayudar a percibir ciertas anomalías por parte de los expertos.
Además, la curva de crecimiento debe valorarse en conjunto, pues puede que la velocidad haya sido la adecuada durante un tiempo y, de repente, su patrón cambie y a lo mejor comienza a crecer más despacio. Puede no ser ningún problema, en especial cuando se acercan a la adolescencia, pues suelen cambiar el percentil, pero esa variación en la curva puede alertar a los especialistas para corroborar si existe algún problema o no.
Llegados a este punto puede parecer que el valor idóneo del percentil de los niños es un dato muy acotado, pero tal y como establece la AEP, lo normal es que todos los niños se encuentren entre el percentil 3 y el 97, aunque recalcan que hay niños que crecen por debajo del percentil 3 que están totalmente sanos y que no tienen ningún tipo de problema o anomalía en su crecimiento. Puede que se deba a factores genéticos y realmente su ritmo de crecimiento, aunque sea bajo, es el adecuado.
El percentil no debe ser una obsesión para los padres y madres, pero sí que es un mecanismo que se debe tener en cuenta cada cierto tiempo para ver si el pequeño crece a buen ritmo y, lo más importante, si es el adecuado. Antes de cualquier diagnóstico propio, la valoración del pediatra es clave, pues lo más probable es que tenga que recurrir a otras pruebas o a un análisis de otros factores para determinar si el pequeño sufre un problema de crecimiento o no.