El síndrome de Turner, a pesar de parecer desconocido, es una síndrome común en mujeres, pues según un estudio del Servicio de Endocrinología Infantil del Hospital Universitario La Paz de Madrid afecta a unas 25 o 50 mujeres de cada 100.000 a cualquier edad. Este síndrome está relacionado con los cromosomas, pues todos los humanos tenemos 46 de ellos de los cuales 2 determinan el sexo de la persona. En el caso de las mujeres ambos son X, pero cuando uno falta se habla del síndrome de Turner.
Como se comentaba, este síndrome se produce cuando falta uno de esos dos cromosomas de forma total o parcial siendo su principal síntoma una estatura más baja de la media, siendo el síntoma presente en la totalidad de las mujeres afectadas por este síndrome. Cuando se alcanza la madurez más o menos se suele alcanzar una altura de unos 20 centímetros por debajo de la media en aquellas mujeres que padecen el síndrome de Turner, teniendo por lo general una tabla de medición específica para ellas.
A pesar de que este es el síntoma frecuente, existen otros que también podrían manifestarse, entre los que destaca una forma de la cara más triangular y ojeras, además de una baja implantación del pelo de la nuca o un tórax mucho más ancho y plano. A todo ello se le puede sumar una mayor predisposición a padecer patologías óseas o cardiovasculares.
Cabe destacar que las mujeres que padecen el síndrome de Turner no son fértiles, pero tampoco se puede evitar el padecerlo, ya que se apunta que el fallo en los cromosomas se produce después tras quedar embarazada. Con ello hay que tener cuidado y acudir siempre a las revisiones con el médico, pues la tasa de mortalidad en mujeres con este síndrome es superior a la de la población general, un síndrome que a pesar de contar con tratamientos efectivos sobre sus síntomas no tiene cura.
Para saber si existe el síndrome es necesario hacer un análisis de los cromosomas, un diagnóstico que no siempre se hace tras el nacimiento, aunque puede llegarse a producir durante el embarazo, pues gran parte de ellos se realizan en la infancia o en la adolescencia cuando es palpable la baja estatura o no se llega a desarrollar la sexualidad del todo.
En relación al tratamiento, todo dependerá del momento en el que se prescriba y también de los síntomas que se hayan manifestado. En la infancia es notable el tratamiento para combatir la baja estatura, de tal forma que se pueda administrar la hormona del crecimiento para intentar alcanzar una altura algo superior, un tratamiento que suele producirse entre los 2 y los 5 años. Aún así, en caso de que sobre los 9 o 10 años se continúe con una altura muy baja podría optar por la toma de andrógenos en dosis bajas o sobre los 14 de estrógenos para forzar la aparición de la pubertad. En relación a otros problemas que puedan aparecer, como los cardiovasculares, se hará un seguimiento regular y se valorará el mejor tratamiento, pudiendo en algunos casos plantearse una intervención quirúrgica.
Ya en la vida adulta es necesario que todas las mujeres que padezcan el síndrome de Turner acudan a una revisión anual completa, especialmente ante cualquier problema cardiovascular y también auditivo, pues las mujeres con este síndrome tienden a empeorar su audición con la edad. También debe prestar atención al hipotiroidismo o a patologías como la hipertensión, la diabetes, enfermedades oculares o la obesidad y comenzar un tratamiento o mejorar los hábitos según lo que establezca el especialista si se diagnostica una de estas patologías.
El síndrome de Turner lo padecen más mujeres de las que parece, afectando principalmente a la estatura, mucho más bajitas de la media general. De todas formas pueden aparecer otros síntomas, que no son los mismos en todas ellas, aunque padecer el síndrome significa que no se es fértil. Aún sin cura, las revisiones periódicas son importantes para paliar los síntomas y llevar una vida lo más normal posible.