Parece que hay tantas formas de realizar la crianza de los hijos como padres y madres haya, pero hay algunos gestos que parecen haberse institucionalizado de manera universal sin que aparezcan en ningún manual, y uno de ellos es que el momento perfecto para quitar el pañal es el verano en el que ya tienen 2 años y se encaminan a los 3.
La idea parece acertada por dos razones de peso: se estima que es el momento en el que los niños han madurado lo suficiente como para comenzar a controlar esfínteres; y como se trata de un proceso en el que los escapes van a ser inevitables, el calor y la poca ropa harán más sencillos la limpieza y los cambios cada vez que esto ocurra.
Ahora bien, antes de iniciar el adiós al pañal, hay que asegurarse de que nuestro hijo está preparado y de que tenemos claras las pautas para lograrlo de una manera eficaz sin que se convierta en una experiencia desagradable para el niño.
Es importante no obsesionarse por quitar el pañal aunque haya llegado el verano, porque si nuestro hijo no está preparado cualquier esfuerzo será más contraproducente que beneficioso. Para saberlo es necesario que observes al niño y detectes algunas señales que indican que ha llegado el momento.
Cuando un niño comienza a tener cierta autonomía, es capaz de jugar algunos ratitos solo y también de demandar ciertas necesidades es muy posible que haya alcanzado la madurez necesaria para despedirse del pañal. Pero hay hechos más concretos que son los que nos va a impulsar a ello, como que empiece a mostrar interés por qué ocurre cuando sus progenitores van al baño, se sienta incómodo con el pañal y se lo quiera quitar, empiece a tener algunos horarios fijos de hacer pipí y caca, o avise tanto de que lo ha hecho como de que tiene ganas de hacer.
Lo primero que tienes que hacer es comprarle un orinal. Necesitas uno que se básico, no te compliques, y si es posible en algún color que le pueda resultar atractivo. Pero en lo referente al orinal menos es más y lo más sencillo va a ser lo más efectivo. Eso sí, si puedes ir a elegirlo con él, seguro que le hace aún más ilusión comenzar a usarlo. Los adaptadores al wc puedes dejarlos para más tarde, porque no le ayudará mucho sentarse con los pies colgando sobre un agujero demasiado profundo para él. Deja que juegue con el orinal y lo pruebe aunque sea para sentarse vestido, porque es una forma de que familiarice con él, mientras que, sin prisas, le enseñamos a que se siente sin el pañal.
Pregúntale varias veces al día, pero sin agobiar, si tiene ganas de hacer pipí o caca. Si parece que tiene ganas le podemos llevar al orinal y esperar un ratito. Este gesto siempre hay que reforzarlo de manera positiva, tanto si hace pipí o caca como si no.
Además, es bueno marcar unas horas en las que seas tú quien lo lleve al orinal, lo pida o no, y que esperes con él (no más de 10 minutos). Un buen momento es siempre después de las comidas.
Recuérdale que siempre vas a estar ahí para llevarle y ármate de mucha, mucha paciencia ante los escapes. Son inevitables y van a ocurrir seguro, pero no debe ver jamás que pierdes la paciencia. No le riñas ni castigues, y celebra con él cualquier avance. Cómprale cuentos sobre el adiós al pañal, obsérvale, ten siempre ropa seca a mano y piensa que lo peor suele ser cuestión de días, y que cuanto más positiva estés durante el proceso mejor será para él, y menos posibilidades de habrá de que tenga regresiones.
Una vez que hemos conseguido quitar el pañal durante el día llega el momento de quitarlo durante la noche y las siestas. Empezar por estas últimas es lo más aconsejable, porque duran poco y podrás comprobar que comienza a despertarse de ellas con el pañal seco. Cuando esto ocurra durante varios días seguidos, y esté controlado el pipí y la caca diurnos, puedes quitárselo por la noche.
Hay que saber que más de una vez se despertará mojado, y que de nuevo hemos de ser pacientes y no transmitirle ningún sentimiento de culpa. También podemos ayudar a reducir las posibilidades de micción nocturna asegurándonos de que hace pipí antes de ir a dormir y que no ha ingerido mucho líquido poco antes de acostarse. No es necesario que le levantéis a media noche para ir al baño, porque no va a acelerar el proceso y lo único que podéis conseguir es alterar su patrón de sueño. Celebrad cada mañana que se despierte seco, porque sigue siendo un proceso de aprendizaje y como tal necesita de los refuerzos. Y recordad que este último pañal puede ser el que más tarde en desaparecer, así que ¡ánimo!