Ya nos confesó hace un par de años que cada vez que se pone a escribir un libro siente "cierto pudor". Estamos más que acostumbrados al blindaje de Raquel Sánchez Silva con su intimidad. De un tiempo a esta parte, la presentadora optó por que su entorno quedase "fuera de la ecuación" de lo que implica formar parte de la vida de un rostro tan popular como es su caso. Pero con la escritura no le quedó otra que saltarse esta norma no escrita y recurrir a sus "tripas" para plasmar historias en el papel.
"Todas las respuestas que casi nunca me atrevo a responder fuera de un libro están en ellos", nos contó. Con 'Tengo los óvulos contados' visibilizó ese tsunami vital que supone querer ser madre y no tenerlo fácil. En 'El viento no espera' hizo un homenaje a los suyos, a esos que le han ido empujando para ir superando adversidades. Y ahora, de la mano de 'Dosmundos', vuelve a repetir esta catarsis para, en esta ocasión, contarnos su experiencia como madre de Mateo y Bruno, los dos hijos que comparte con Mateo y Bruno, los dos hijos el productor argentino Matías Dumont.
Se trata de seis cuentos de mellizos, gemelos y otros hermanos sin igual (Mabrú y Teono, dos hermanos mellizos, Vaela y Adalma, dos gemelas idénticas y Neo y Noa, mellizos niño y niña) para cuyas aventuras se ha inspirado en su experiencia personal. Desde que nacieron un 21 de septiembre de 2015, ambos le demostraron que los niños que nacen de forma simultánea "tienen necesidades y demandas particulares por su condición gemelar". Y eso ha querido reflejar Sánchez Silva en su primera incursión en la literatura infantil.
La presentadora acudía al programa de Pablo Motos y explicaba que nunca podría elegir entre uno de sus dos hijos porque son “muy diferentes”. “Se distinguen tanto que el que te atrapa por un lado no te atrapa por el otro y al revés”, aseguraba. Han cumplido cinco años y, aunque tiene claro que no es bueno etiquetarles para no condicionarles, considera que uno es “muy introspectivo y el otro de otra forma”. “Así que cada uno captura una parte de mí. Así que no, no puedo elegir”, concluía.
"Al escucharles llorar, al comprender sus celos, su soledad, su deseo de unicidad, su búsqueda de una identidad potente y distintiva, su amor y su vínculo extraordinario", Raquel cayó en la cuenta de que la de sus hijos (y otros tantos niños como ellos) era una historia que debía ser contada. "Hablamos mucho del vínculo de la madre con el bebé y no tanto del vínculo entre gemelos o mellizos", se percató. Por eso quiso reivindicar esa lección vital que solo te llevas cuando tienes que "compartirlo todo desde el primer segundo de vida, por no contar el propio espacio del útero y su gestación".
Ahora que Mateo y Bruno se van haciendo mayores y ya tienen seis años, tanto Raquel como Matías Dumont, la otra mitad de esta familia, han sido testigos de cómo sus dos pequeños se veían obligados a "compartir los amigos, los cumpleaños, los lugares de juego e incluso el amor". Por eso la presentadora les define en su libro como "niños y niñas extraordinarios" que "merecen una mirada personalizada y unos cuentos donde los protagonistas son como ellos".