Pensar que la crianza de los hijos es cosa de las madres, o que lo es en mayor parte, es cosa del pasado. Cuando ambos progenitores participan de manera equitativa en el cuidado y la educación de sus hijos los beneficios, tanto la pareja como los niños se benefician de ello.
Hablamos de una crianza equitativa cuando todas la tareas que relacionadas con los hijos, como el cambio de pañales, llevarles al médico, bañarles o cocinar están repartidas al 50%, y no se presupone que la responsabilidad recae sobre un único progenitor, que tradicionalmente ha sido la madre. Te contamos qué beneficios reporta este tipo de crianza y cómo puedes lograrla en tu familia.
Para los niños, tener como referente a unos progenitores que se implican por igual en el funcionamiento del hogar y de la familia es clave para su desarrollo. Que tanto el padre como la madre jueguen con ellos, les cuiden, eduquen y atiendan a su desarrollo emocional aumenta considerablemente su seguridad y la felicidad.
Además, desarrollan mejor sus capacidades para interactuar con otras personas, afrontan mejor las situaciones de estrés o frustración, y pueden sacar mejores resultados académicos. Por no hablar de que crecen en un entorno de igualdad que repercutirá en su vida, tanto de niños como de adultos y, por lo tanto, en el resto de la sociedad.
En cuanto a los padres, según estudios realizados, al llevar a cabo una crianza equitativa se sienten más felices, son más productivos en sus trabajos y enferman menos. Y en cuanto a la pareja, también hay beneficios, ya que la relación entre ambos se fortalece, se sienten más satisfechos con ella y hay menos conflictos de todo tipo.
Puesto que es incuestionable cómo repercute de manera positiva la crianza equitativa en todos los miembros de la familia, te damos las claves para que la consigáis también vosotros.
Sois un único bando con un frente común, así que deberéis trabajar codo con codo, mostrando paciencia el uno con el otro, hasta que se establezcan hábitos equitativos. Si la madre es la que siempre baña a los hijos o les cambia el pañal, habrá que empezar por repartir estas funciones de la manera que mejor os parezca como, por ejemplo, en días alternos.
Es fundamental confiar en que los dos estáis poniendo todo de vuestra parte para que la crianza sea equitativa, así que afrontad sin reproches los baches que os encontréis en el camino. Y, sobre todo, tened la comunicación como una prioridad. Es la única forma de que sepáis qué necesita el otro, o dónde uno se siente inseguro realizando una tarea determinada. Es imposible no equivocarse cuando se trata de criar a un hijo, y solo así podréis resolverlo de manera positiva.
Aunque parezca evidente, es importante señalar que cuando hablamos de crianza equitativa no nos referimos a que el padre ayude en la tareas, sino a que se responsabilice de todo al mismo nivel que la madre. No se trata de ayudar, sino de ejercer la paternidad.
Que ninguno de los se sobrecargue de trabajo es la forma de que encontréis tiempo de descanso que repercutan en vuestro bienestar general. Ambos progenitores deben practicar el autocuidado sin llegar, el la medida de lo posible, al agotamiento. Para lograrlo, además de distribuir los descansos, es muy importante saber pedir ayuda si sentís que estáis sobrepasando vuestro límites.
Estáis recorriendo un camino lleno de satisfacciones, pero también de equivocaciones y dudas. Si lográis trabajar como equipo, con todas las ventajas que eso aporta para vosotros y para vuestros hijos, es importante que lo sepáis y podáis reconocerlo. Premiaros por ello es la mejor forma de hacerlo y de seguir transmitiendo un ejemplo positivo a vuestros hijos.