Estudios contra la infertilidad: qué es y para qué sirve un seminograma
En 2018, el 17% de las parejas españoles que quisieron tener hijos tuvieron dificultades.
El espermograma es una prueba diagnóstica que tiene como objetivo evaluar la calidad del semen, para solucionar potenciales anomalías.
Los hábitos de vida, la contaminación o la dieta pueden ser causas de infertilidad; en 2018, el 17% de las parejas españolas que querían tener hijos tuvieron dificultades para alcanzar el embarazo. En ningún caso hay que confundir este problema con la esterilidad, que es la incapacidad para llevar a término un embarazo porque los órganos sexuales no funcionan correctamente.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la infertilidad es “una enfermedad del sistema reproductivo definido por la incapacidad de una pareja para conseguir un embarazo, después de un año de sexo sin protección”. Si se tienen problemas para concebir, la recomendación es acudir a una clínica de fertilidad, donde harán las pruebas pertinentes.
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Una de las más habituales es el seminograma, un análisis diagnóstico que tiene como objetivo evaluar la calidad del semen.
La infertilidad masculina
El seminograma, también conocido como espermiograma o espermograma, es una prueba diagnóstica que tiene como objetivo evaluar la calidad del semen. A través de este estudio se analizan parámetros tanto macroscópicos, como el volumen y el pH del semen, como la morfología y concentración de los espermatozoides. Estos parámetros los establece la OMS y, gracias a ellos, se averigua si hay algún tipo de alteración que provoque la infertilidad masculina y las posibilidades de alcanzar un embarazo.
El procedimiento es muy sencillo: la OMS establece que debe realizarse un periodo de abstinencia de entre 3 y 5 días, en el que se deben evitar tanto las relaciones sexuales como la masturbación. Normalmente se realizan dos seminogramas con un mes de diferencia entre uno y otro: si los resultados coinciden, se produce el diagnóstico.
La toma de la muestra se recoge tras una masturbación; el semen se deposita en un bote estéril que proporciona la clínica. Es fundamental obtener la muestra total del eyaculado, para que el análisis sea representativo y válido. Si no se llena, habrá que indicárselo al personal del laboratorio. Lo ideal es que la propia clínica recoja la muestra, para que no se alteren las condiciones.
La confianza en el médico
La reproducción asistida, como cualquier otro tratamiento médico, exige que confíes en los médicos y la clínica que elijas. El espermiograma te dará un informe personalizado de la calidad de tu semen y te dará consejos útiles para seguir el procedimiento. Como hemos dicho, la muestra se define por unos parámetros establecidos por la OMS, por debajo de los cuales el semen se considera fuera de la normalidad.
Primero se realiza un análisis macroscópico, en el que se evalúan las características más sencillas del semen, como el volumen (a partir de 1.5 ml por eyaculación se considera normal), la licuefacción (se produce al dejar reposar la muestra, cuando el semen se vuelve menos compacto; si no se produce, es anómalo), la viscosidad, el color y el pH (los valores normales se sitúan entre 7.2 y 8, si varían puede indicar la presencia de una infección o una alteración).
Después se realiza el análisis microscópico. Ahí se analiza la concentración de espermatozoides (a partir de 15 millones por mililitro, o de 39 millones por eyaculado, se considera normal), la movilidad espermática, la vitalidad (se analiza si los espermatozoides están vivos, inmóviles o muertos), la morfología de estos y la presencia de leucocitos o células epiteliales, para rebajar las sospechas de una posible infección.
El seminograma REM
La prueba del recuento de espermatozoides móviles (REM) suele hacerse como complemento al seminograma. Ahí se analiza la separación de los espermatozoides en función de su movilidad, para recoger en una muestra aquellos con mayor movilidad y valorar de una manera más eficiente la probabilidad de éxito en las prácticas de reproducción asistida.