Uno de los problemas de salud más habituales en los niños son las famosas vegetaciones o adenoides, que afectan, entre otras cosas, a la respiración de los más pequeños. Se producen cuando se inflaman de forma continuada las glándulas faríngeas, que se encuentran detrás de las fosas nasales
En realidad, son unas glándulas que cumplen con una función protectora, ya que su misión es defender a los niños de posibles infecciones causadas por microorganismos que inhalan con la respiración. Hay tres tipos de amígdalas, y las llamadas adenoides son las afectadas cuando se producen las vegetaciones. Te contamos todo lo que necesitas saber sobre ellas.
Entre los cuatro y los seis años de edad es cuando las vegetaciones son más frecuentes. A partir de esa edad las amígdalas adenoides comienzan a encoger, y en muchos casos desaparecen durante la adolescencia.
Cuando los niños tienen un catarro, las amígdalas aumentan su tamaño para luchar contra la infección. Esta inflamación es la que dificulta su respiración y provoca que respiren por la boca. Cuando se producen infecciones respiratorias de manera repetida puede suceder que las amígdalas no reduzcan la inflamación y no recuperen su tamaño habitual.
Es entonces cuando empiezan las complicaciones, porque la inflamación de las glándulas adenoides no permite la correcta aireación de la zona. Al no airearse, las secreciones se estancan y crecen los gérmenes, y finalmente las amígdalas terminan, además de infectadas, inflamadas. Y esto, de diferentes maneras, a la respiración de los niños.
La inflamación de las adenoides provoca una incomodidad al respirar que se evidencia en una serie de síntomas. Estos son los que nos pondrán sobre aviso de que nuestro hijo puede padecer vegetaciones:
Aunque un niño tenga catarros a menudo, no tiene porqué tener necesariamente vegetaciones. Y en el caso de tenerlas, no todas se operan, ya que la inflamación de las adenoides es habitual en los niños y, como hemos dicho, tiende a desaparecer antes de acabar la adolescencia. Cuando el médico no considera necesario operar (de hecho cada vez se operan menos) puede recomendar diferentes tratamientos:
Si las vegetaciones no mejoran con los diferentes tratamientos y las glándulas adenoides tienen un tamaño excesivo que hace que los síntomas persistan, el médico valorará la extirpación. Lo que se intenta evitar con la intervención quirúrgica es posibles malformaciones en la dentadura del niño o que se produzca una apnea obstructiva del sueño, con sus correspondientes riesgos y complicaciones.
La intervención es sencilla y corta (puede durar unos 15 minutos) y el niño puede volver a casa al día siguiente o, incluso, el mismo día. A pesar de ser una intervención breve y sencilla se requiere anestesia general. En la operación se extirpan las glándulas adenoides a través de la boca o la nariz. Por lo general no es necesaria una segunda intervención y la eficacia es de casi el 100%.
Tras la intervención, es muy probable que el médico recete antibióticos para evitar posibles infecciones. En cualquier caso, es normal que el niño note dolor en la garganta y en los oídos tras la operación, lo que se soluciona con analgésicos pautados por el médico. También se recomienda una dieta blanda para que no sienta molestias al comer. En cualquier caso, lo esperable es que el niño pueda hacer vida completamente normal a los pocos días de la operación.