Pérdidas de orina durante el embarazo: cuándo es normal y cuándo hay que acudir a un especialista
Las pérdidas de orina durante el embarazo son frecuentes debido al nivel alto de hormonas y a la elasticidad de los tejidos.
Además, también se podrá dar durante el postparto, si se ha tenido un alumbramiento muy largo o con epidural.
Muchas mujeres sufren pérdidas de orina durante el embarazo o el postparto. Esta desagradable sensación hará que la mujer se preocupe por su estado de salud y será imprescindible comentar, prevenir y tratar este tipo de problemas desde el inicio con especialistas, ya que si decidimos tomar cartas en el asunto demasiado tarde, lo más probable es que no volvamos al mismo estado que antes del embarazo.
El problema comienza en la vejiga, un órgano hueco que almacena la orina que desciende desde los riñones a través de dos tubos, denominados uréteres. Al orinar, se exprimirá el líquido para que salga al exterior a través de la uretra, un conducto situado en la parte anterior a la vulva.
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Su pared está formada por unas fibras y un músculo fuerte, que al contraerse ayuda en la micción. Dos son los mecanismos que consiguen que la orina no se escape, el esfínter, que es un músculo circular que cierra la salida de la uretra, y el ángulo de inclinación de la vejiga respecto al tubo de salida, que impide que se produzcan las pérdidas.
Tipos de incontinencia
Eso sí, se pueden producir las llamadas pérdidas involuntarias de orina por varias razones. La primera es la incontinencia del esfuerzo, que se produce cuando una mujer hace un esfuerzo para saltar, toser o moverse. Puede ser intensa, si ocurre con cualquier tipo de movimiento, u ocasional, si la orina se escapa con algún esfuerzo concreto a lo largo del día. Esto sucede por una caída de la posición de la vejiga dentro de la cavidad vaginal. Muchas mujeres llegan a notar un bulto, que a veces se puede confundir con un quiste.
El otro tipo es la incontinencia de tipo micción imperiosa, que se produce cuando la vejiga se contrae de modo espontáneo, sobre todo cuando si hace frío o se escucha correr el agua. Afecta, sobre todo, a las mujeres mayores, con alguna enfermedad o que toman algún tipo de medicamento.
Por qué se produce
Si la mujer tiene unos malos hábitos es probable que tenga problemas de vejiga. La costumbre de aguantar la orina hará que la vejiga comience a aumentar su tamaño, algo que ya será incontrolable en edades adultas. Además, miccionar empujando, para acabar pronto, hará que se produzca una debilidad en los músculos y las fibras de los tejidos que rodean a la vejiga y la vagina: el suelo pélvico.
El estreñimiento también provocará la costumbre y la necesidad de realizar mucha fuerza a la hora de defecar. Esta presión se trasmitirá a los músculos de la pelvis y, también, a la parte anterior que rodea la vejiga. También, la poca flexibilidad de la pelvis y la poca fuerza de los músculos pélvicos y abdominales desencadenará un estado de desequilibrio muscular que hará la vejiga descienda.
La causa suele ser la poca actividad física y la inmovilidad de la zona pélvica. En las personas obesas suele ser más frecuente esta incontinencia debido al aumento de la presión intraabdominal, que se trasmite hacia abajo, haciendo que se abombe el suelo de la pelvis y que desciendan los órganos. Además, durante los meses de embarazo, los tejidos estarán mucho más flexibles. A esto hay que añadirle que, durante el primer trimestre, el útero estará muy bajo y no dejará espacio para la vejiga. Y en el último trimestre, la cabeza del bebé estará baja y dejará poco sitio para la vejiga que, además, tendrá problemas para llenarse.
La incontinencia durante el posparto
En el postparto, más durante las dos primeras semanas, muchas mujeres notarán cierta incontinencia. Sobre todo, aquellas que hayan tenido un parto muy largo o a quienes le hayan puesto epidural. Lo habitual es que esta incontinencia se acabe resolviendo sola o una vez que se ha fortalecido el suelo pélvico con ejercicios. Además, a los seis meses, se inicia el proceso de subida del nivel hormonal de estrógenos y los tejidos se fortalecen, desapareciendo la tendencia al escape de orina. Eso sí, en un porcentaje pequeño de mujeres, este problema persiste. Para que esto no ocurra habrá que hacer varios ejercicios. Como, por ejemplo, los ejercicios de Kegel, que ayudan a fortalecer el suelo pélvico. Los pesos progresivos también te ayudarán, al igual que las bolas chinas o la cirugía, cuando ya es imposible que la vejiga vuelva a su situación.