Desarrollo psicológico y emocional del niño: ¿cuántos tipos de apego infantil existen?
El apego que desarrollamos en la infancia puede influir en el desarrollo psicológico y emocional del niño.
Para crecer de manera saludable, el niño necesita sentir contacto físico, cariño y seguridad por parte del adulto.
Según sea la relación del padre-madre con el niño se habla de diferentes tipos de apego.
El apego en la infancia es el vínculo emocional y de conducta más importante para un niño. Es el que tiene lugar con las personas que conforman su vínculo familiar y es el más importante en los tres primeros meses de vida. Según el tipo de apego que se produzca, en el niño se configura un modelo interno que marca sus relaciones afectivas en general. Eso sí, a pesar de la importancia que tiene el apego en un primer momento, a lo largo de su primer año de vida las diferentes experiencias pueden hacer que se modifique.
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Cada vez los expertos hacen más hincapié en la necesidad que tienen los niños, desde el momento que nacen, de tener contacto físico, recibir cariño y sentirse protegidos. El tipo de apego que se afiance en el niño va a depender de cómo se relacione el adulto con él. Te contamos cuáles son los diferentes tipos de apego que existen y cómo afectan al bebé.
1. Apego seguro
Este es el tipo de apego que los expertos recomiendan. Es el que se produce cuando el padre o la madre mantienen la proximidad y el contacto físico con el bebé, y son capaces de responder a sus necesidades y señales emocionales. Con este tipo de apego el niño puede identificar sentimientos y ser capaz de regularlos. La ansiedad por la separación se produce dentro de lo esperable, y se reconforta cuando vuelve a estar en contacto con el adulto.
El niño desarrolla la capacidad de expresar el afecto de manera positiva y de interactuar sin miedo con el entorno porque se siente seguro. Sabe que el amor y la atención que recibe es constante, aunque no sea las 24 horas, y que no es invasiva, para que pueda desarrollar su autonomía.
2. Apego ansioso-ambivalente
En este acoso la figura de apego no es constante, y cuando está no muestra demasiada implicación. Unas veces atiende las necesidades del niño y otras no, por lo que el pequeño no sabe a qué atenerse ni puede sacar conclusiones sobre la relación que hay entre su forma de comportarse y la reacción que tiene el adulto. Esto les genera ansiedad y pueden mostrar rabia sin motivo aparente.
Estos niños lloran de manera desconsolada cuando hay una separación del adulto, y pueden no calmarse fácilmente cuando regresa e, incluso, mostrar ira. Como no se sienten seguros con el adulto de referencia, no son capaces de explorar el entorno con libertad.
3. Apego ansioso-evitativo
La figura de este tipo de apego es poco afectiva, rígida y muestra malestar hacia las demandas del niño. Esto hace que, generalmente, evite estar con el niño, y este, a su vez, prevea el rechazo o el enfado y se muestre distante. Por lo tanto no muestra ansiedad ante la separación, o muy poca, y no se siente reconfortado cuando se da el reencuentro. Podríamos decir que la falta de interés que siente hacia él se traduce en falta de interés por la persona de apego, sea su madre o su padre.
También se considera que están dentro de este grupo los progenitores que estimulan en exceso a su hijo, pero que no muestran interés por sus necesidades físicas y emocionales.
4. Apego ansioso-desorganizado
Este tipo de apego se produce cuando el niño es víctima de malos tratos físicos o abuso, y estos se alternan con etapas de protección. El cuidado y la agresión, la negligencia y el daño, vividos de manera continuada, hacen que el niño se vincule a la figura de apego al mismo tiempo que la teme.
En ocasiones son niños que conviven con un adulto que está viviendo un momento de duelo con gran ansiedad y se la transmiten al pequeño. La figura de apego genera inquietud, por lo que el niño se debate entre el acercamiento y la angustia. Sin lugar a dudas, es el tipo de apego que más problemas y patologías puede generar en la vida adulta.