Sonia cree que si Mario tenía cámaras en su apartamento es porque algo culta. La situación es cada vez más complicada, pero Mario, que cada día que pasa está más acorralado, no piensa dejarse ganar por la empresaria y tratará de hacerla ver que no es más que un simple empleado de mantenimiento de su club. Sin embargo, Sonia sabe que miente, y no parará hasta averiguar la verdad.