Regala y concilia: ideas para el Día de la madre creadas por madres

El Día de la madre es una fecha señalada en la que muchas familias tienen por costumbre hacer un regalo a la cabeza de familia, la que se pasa la vida dando su amor y su tiempo sin pedir nada a cambio.

Las opciones son tantas como personalidades, pues cada madre tiene sus preferencias y gustos particulares, solo tienes que prestar atención a las “pistas” para acertar de pleno con el regalo que vayas a hacer este año.

Puedes dejar volar la imaginación, pero si no se te ocurre nada, lo ideal es recurrir a los clásicos entre los que están las flores, los libros, los dulces, un detalle decorativo para la casa y, cómo no, la moda. Parece todo muy normal, pero incluso apostando por un regalo tradicional, la historia que tiene detrás puede ser muy especial.

Hoy reunimos a varias mujeres que han decidido reinventarse después de ser madres para conciliar su vida profesional con la familiar y hablamos con ellas para conocer de primera mano cómo han convertido lo que empezó siendo su pasión en una auténtica profesión.

Las pantallas de Natalia Ruíz

Natalia Ruíz es una gaditana afincada en Sevilla que ha conseguido implicar a toda su familia en su negocio, un proyecto personal con el que además disfruta muchísimo. Me cuenta que con 18 años no tenía mucha idea de qué hacer con su futuro, así que decidió estudiar derecho para seguir la tradición familiar, y aunque lo intentó durante unos años, se dio cuenta de que el bufete no era el trabajo adecuado para ella.

Decidió cambiar de aires y tras varias experiencias laborales tuvo claro que lo suyo era la decoración de interiores, así que decidió formarse en algo tan específico, como amplio, la creación artesanal de pantallas de lámparas, aunque también se atreve con complementos para el hogar como cojines y centros de flores e incluso con bolsos tejidos a mano. Lo que hasta ese momento era una afición, terminó por convertirse en una auténtica pasión a la que empezó a dedicar muchas horas al día.

Fueron sus dos hijas, Natalia y Celia, y su marido, Eduardo, los que le dieron el último empujón para que creara su propia marca y aunque al principio sintió algo de vértigo, finalmente se decidió a dar el paso. Aunque cuenta con un pequeño stock que mueve a través de diferentes ‘markets’, habitualmente Natalia trabaja bajo pedido con idea de hacer que el negocio sea más sostenible para el medio ambiente. En el proceso de ejecución de cada pantalla, que crea desde cero, se adapta a los gustos de sus clientes aunque dice que cuando más disfruta es cuando le dejan total libertad.

Las alpargatas del puesto de Blanca

Detrás del puesto de Blanca está Lourdes Pérez Luna, una “ganchillera” que se atreve con el mismo entusiasmo a crear con aguja e hilo desde unas alpargatas de diseño o unos peinecillos y pendientes de flamenca, hasta una lámpara colgante para un jardín.

Su pasión por el ganchillo le viene de pequeña, una afición que la ha acompañado toda la vida y que, gracias a sus hijos, empezó a desarrollar casi de manera profesional. Recuerda que cuando sus hijos mayores eran aún pequeños se divertían montando puestecillos en la urbanización en la que residen, un entretenimiento que a los 10 años también heredó Blanca, su hija pequeña, que más visionaria que los mayores encontró un filón en las piezas de croché que hacía su madre.

Pronto ‘el puesto de Blanca’ (que ya con 20 años se dedica a otros asuntos) se convirtió en toda una institución y su madre en el mejor escaparate y en su principal suministradora. Me cuenta que todo lo que teje lo hace por pura pasión, por satisfacción personal y que para ella fue terapéutico durante la pandemia.

La historia de las alpargatas de ganchillo comienza porque una amiga le pidió unas doradas para una comunión, un reto que superó con creces y que durante la pandemia consiguió perfeccionar. Compró suelas de alpargata en una tienda online y empezó a trabajar en el que hoy es su producto estrella, que generalmente vende bajo pedido y adaptado a los gustos de cada clienta.

Los bolsos de Horia

Horia es la suma de los conocimientos, la trayectoria y la creatividad de una ingeniera, Ana Ayúcar, que además de ser madre tenía su propia marca de accesorios de venta online en @kachushastudio, y una farmacéutica con formación en empresa, estilismo y moda, Ane Hernando, que además de creadora de contenidos e influencer como @lookandchic, lanzó su propia tienda online de ropa y complementos, @lookandchicshop.

En 2021 surge el primer diseño de Horia, una bombonera que se hace mochila que resuelve el problema de muchas mujeres a la hora de adaptar sus accesorios a multitud de circunstancias, esas que alargan la jornada desde que salen a dejar a sus hijos en el colegio, van directas a trabajar y acaban en el parque con los niños o tomando unas cervezas con amigas.

Un año después, partiendo del mismo concepto de bolso multifunción, diseñaron una bandolera multiposición que, jugando con su longitud, se puede convertir en bolso de hombro e incluso de mano, además permite personalizarlo con solo cambiar la banda central.

Horia, que significa amarillo en euskera, cuenta en la actualidad con una colección de 12 bolsos (6 bandoleras y 6 bomboneras), que diseñan y distribuyen desde Navarra y fabrican en Alicante, pero nos han chivado que en mayo lanzan su tercer modelo y aseguran que va a ser la bomba.

Las flores de Atemp

Ángela Rendón-Luna Lacave es economista de formación, experta en marketing y una auténtica apasionada de las flores, que un día decidió dar un giro a su carrera y transformar su pasión en una verdadera profesión. Trabajaba en el departamento de desarrollo de negocios de una multinacional en Madrid, un trabajo que no le entusiasmaba y en el que invertía demasiadas horas.

Al nacer su primer hijo empezó a valorar su tiempo de otra manera, pero fue una oportunidad laboral que le surgió a su marido el auténtico desencadenante del giro radical que iba a dar a su vida. Me cuenta que es una persona creativa y que la artesanía siempre se le ha dado bien, pero que jamás se le había pasado por la cabeza trabajar con flores, aunque posiblemente ver a su abuela pintarlas durante su infancia haya tenido algo que ver en todo este proceso.

Se tomó un año para formarse en Arte Floral en algunas de las escuelas más prestigiosas de Reino Unido y España como la London Flower School o Escuela Española de Arte Floral, entre otras, y para definir el negocio. En 2019 volvió a su tierra, El Puerto de Santa María, y fundó Atemp, una empresa que ella define como una nueva propuesta de diseño floral desarrollando un estilo natural, silvestre y atemporal, donde además de tratar las flores con mimo, realizan talleres y defienden valores como la creatividad, el diseño cuidado y el compromiso con el medio ambiente.

Las tartas de Cinta Barrera

Cinta Barrera vive en Pollença, es madre de tres hijas y también abuela, pero sobre todo es una mujer activa, inquieta y creativa que además de hacer preciosas colecciones de pulseras, tiene una mano especial para crear tartas llenas de magia.

Durante años trabajó de cara al público, pero apartada de la vida laboral por un accidente decidió dar un giro radical a su vida y formarse en pastelería creativa. Comenzó siendo un entretenimiento, pero rápidamente empezó a recibir encargos personalizados para bodas y cumpleaños.

Me cuenta que lo que hace que su trabajo sea único y especial y lo que más le divierte es conocer cuáles son los gustos de cada cliente. Una vez consigue toda la información relevante que necesita, trabaja en un concepto que acaba por materializarse en una tarta tan exquisita por fuera, como por dentro.

Los libros de Ana

Desde hace ya varios años Ana González Luque es escritora de literatura infantil y juvenil y de novela romántica, además de enseñar marketing para escritoras. Su afición por escribir le viene de pequeña, aunque estudió medicina, se casó con un traumatólogo, tuvo dos hijos, ejerció como anestesista y durante años se olvidó de que escribir era lo que más le gustaba del mundo.

Cuenta que ser madre le enseñó a priorizar y a aprovechar el tiempo al máximo, de hecho, aprendió a usar las horas en las que dormían sus hijos para escribir y actualizaba y programaba las redes mientras esperaba a que salieran del colegio.

Todo comenzó con un blog en el que contaba sus experiencias como residente en el hospital que gracias a la editorial Nowtilus se convirtió en el libro ‘El blog de la doctora jomeini’, un éxito que llegó a reeditarse hasta tres veces. En 2014, cambiando totalmente de registo, decidió adentrarse en el terreno de la fantasía infantil. Publicó la bilogía ‘Leyendas de la Tierra Límite’ y finalmente decidió dejar la medicina para dedicarse por completo a la literatura infantil, a la comedia romántica y a escribir no ficción para escritores.

Las prendas pintadas de Eme 7

El nombre de Eme 7 es la suma de algo tan sencillo como el de Emi, una madre artista y emprendedora, y sus 7 hijos. Desde siempre, pintar ropa ha sido una de sus grandes aficiones, algo que empezó como una afición, pero que le sirvió para sacarse algún dinero mientras estudiaba en la universidad.

Durante los años en que empezó a tener hijos, que no fueron pocos, retomaba la actividad de manera intermitente, pero cuando el más pequeño le dejó algo de tiempo, retomo la pintura y empezó a vender en un mercadillo, aunque según me cuenta de manera anónima, le daba vergüenza decir a sus clientas que era ella quien pintaba la ropa porque hacían cola delante de su puesto.

Fue la reseña de una blogger, a la que a pesar de no recordar su nombre está muy agradecida, la que impulsó su negocio de manera exponencial y hace unos 10 años decide poner en pie su página web con la colaboración de sus hijos, “que por el hecho de ser su madre, ayudaban pero a regañadientes”, alternando la venta online con tiendas físicas de España y el extranjero.

Hoy es una marca consolidada, el trabajo perfecto para Emi que no se ve adaptándose a un horario fijo de trabajo. Además, ha decidido quedarse únicamente con los pedidos que entran a través de la web, porque pintar la ropa y los complementos es una actividad muy personal para la que no puede contar con la ayuda de otras personas, un trabajo que además de gustarle, la ayuda a desconectar.