De Jackie Kennedy a Jill Biden: así ha cambiado el estilo de las primeras damas de Estados Unidos
Desde Jackie hasta la actual primera dama, Jill Biden, todas han entendido que la ropa es una astuta herramienta de comunicación
Cuando un nuevo presidente llega a la Casa Blanca es inevitable que la primera dama se convierta en una de las grandes protagonistas. Se suele hablar de sus orígenes, sus estudios, sus ideas, su profesión e, inevitablemente, de su estilo.
Esto es así desde que Jackie y su revolucionario gusto llegó a la Casa Blanca de la mano de John F. Kennedy. En aquella época (hablamos de principios de los años sesenta) supuso transformar el concepto de elegancia para la mujer clásica americana.
Desde Jackie hasta la actual primera dama, Jill Biden, han pasado diez esposas de presidentes de Estados Unidos por la Casa Blanca, cada una con un estilo muy definido que no han dejado nada a la improvisación, porque todas han entendido que la ropa constituye una astuta herramienta de comunicación y que dice mucho más de lo que se aprecia a primera vista.
Jackie Kennedy, de 1961 a 1963
Los abrigos a juego con los vestidos, los colores pastel, los sombreros pillbox, las perlas, los guantes blancos y las firmas de moda extranjeras, entre las que hay que recordar el Chanel rosa manchado de sangre, pero también otras firmas como Carolina Herrera o Givenchy. El estilo optimista de Jackie Kennedy representaba para la mujer americana lo mismo que su marido para Estados Unidos: la idea de que era posible alcanzar el sueño americano. Sus looks han quedado para la historia y es el referente en el que se han mirado muchas otras primeras damas (y no solo de Estados Unidos).
Claudia Johnson, de 1963 a 1969
La sucesora de Jackie como primera dama fue Claudia “Lady Bird” Johnson, que no lo tuvo nada fácil. Intentando ser continuista, como el propio gobierno, se dejó llevar por el estilo de la época marcado por su antecesora. De día apostaba por vestidos de patrón sencillo, a menudo en tonos pastel, aunque en ocasiones optara por los colores primarios, especialmente por el rojo y el amarillo. De noche sus favoritos eran los tejidos de satén, que a menudo combinaba con estolas de piel a pesar de haber dedicado el mandato de su marido a la defensa del medio ambiente.
Pat Nixon, de 1969 a 1974
A pesar de su fama de conservadora, ganada a pulso, Pat Nixon fue la primera entre las primeras damas en usar faldas por encima de la rodilla y en posar con traje pantalón (el símbolo de la lucha de las mujeres por la igualdad). Eso duró solo unos meses porque muy pronto su estilo se volvió muy clásico, en consonancia con la línea política del gobierno presidido por Richard Nixon.
Betty Ford, de 1974 a 1977
Su pasado como modelo le aportó experiencia y conocimiento sobre la importancia de su imagen pública y lo que Betty Ford enseñó al mundo con su ropa y su voz, es que era una madre de cuatro hijos con problemas. Su estilo está definido por la moda de la época, los años setenta: pelo cardado, cintura marcada, pantalones anchos, pañuelos de seda al cuello y vestidos camiseros. Práctica y actual.
Rosalynn Carter, de 1977 a 1981
Tras la tormenta Ford llegó Rosalynn Carter, una mujer austera con poco interés por la ropa. Sus elecciones iban más encaminadas a la búsqueda de la comodidad y a la discreción que a llamar la atención de las revistas de moda. Fue pionera en un nuevo modo de entender la moda reutilizando prendas ya usadas, un gesto que utilizó en el baile inaugural que celebraba la toma de posesión de su marido como presidente y que luego repitió Michelle Obama.
Nancy Reagan, de 1981 a 1989
Con Nancy Reagan llegó el glamur de Hollywood a la Casa Blanca. Sofisticada, femenina, impecable, con una sensibilidad por la moda que no se veía desde Jackie. Amante del color rojo y de los grandes diseñadores, tanto estadounidenses, el caso de Bill Blass, James Galanos o Geoffrey Beene, como extranjeros, Oscar de la Renta, Carolina Herrera o Adolfo.
Bárbara Bush, de 1989 a 1993
Si a Nancy la definía el color rojo, a Bárbara Bush lo hicieron el color azul y las perlas. Tras el baile inaugural, al que acudió con un vestido diseñado por Scaasi, el glamur salió por la puerta de la Casa Blanca, ya avisó que sería la última vez que la verían así vestida. En su lugar se instaló un cómodo uniforme a base de trajes sastre monocromáticos con falda recta y chaquetas de cuello plano o redondo y largo por encima de la cadera.
Hillary Clinton, de 1993 a 2001
El estilo de Hillary Clinton también es fruto de su tiempo y su personalidad: el de una mujer ambiciosa de los noventa. Su vestuario inicial, lleno principalmente de trajes de chaqueta y pantalón, siguiendo el estilo ejecutivo de la época, se relajó con el tiempo y dio paso a una paleta de color menos estricta en la que dio cabida hasta al color rosa.
Laura Bush, de 2001 a 2009
Laura Bush quiso ser más clásica que su antecesora, pero terminó cayendo en gran aliado de Hillary: el traje sastre pantalón. Las diferencias más evidentes estaban en el colorido (verde, blanco, naranja, rosa) y en que los de Laura estaban hechos a medida con un patrón de pantalón más estrecho, como mandaban los cánones de los dos mil.
Michelle Obama, de 2009 a 2017
Con Michelle Obama vuelve el carisma a la Casa Blanca, apostando de manera natural por un estilo casual y funcional muy contemporáneo y con muchas dosis de optimismo. Diseñadores americanos como Jason Wo, Tom Browne, Proenza Schouler y Naaem Khan o marcas como J. Crew, ocuparon mucho espacio en su armario y para ellos era un placer ver cómo aumentaban sus ventas cuando Michelle llevaba alguna prenda de su colección. Arriesgó con el color, con los estampados y hasta con la ropa deportiva y nunca nada pareció forzado en su manera de vestir.
Melania Trump, de 2017 a 2020
La hierática Melania Trump, que lo tenía todo para que los diseñadores se desvivieran por vestirla, no ha tenido grandes aliados entre las firmas de moda. Ha usado la moda como escudo, comportándose como la millonaria que es y apostando a lo grande por las firmas de lujo europeas: Dolce & Gabbana, Givenchy, Karl Lagerfeld y, por supuesto, su inseparable colección de Louboutin. Tan objetivamente impecable como un maniquí que no ha conseguido empatizar con nadie.
Jill Biden, 2020
De momento, Jill Biden está en el extremo opuesto a Melania, no sólo a nivel profesional, también en su manera de entender la moda. Es de las que repite vestido sin sonrojarse y ha comenzado a transmitir ciertos mensajes con su ropa como la movilización del voto o la preocupación por el medio ambiente. De momento sus apuestas están en línea con las de Michelle Obama: diseñadores norteamericanos o afincados en Estados Unidos como Ralph Lauren, Brandon Maxwell, Reem Accra o Gabriela Hearst y todo apunta a que su paso por la casa Blanca estará marcado por el mismo estilo casual y funcional.