Con las zapatillas blancas todos vivimos una especie de relación amor-odio: van con todo, quedan genial pero se ensucian desde el primer momento en el que tocan el suelo, y muchas veces ese polvo negro ya no se vuelve a ir nunca más, impregnando para siempre nuestra zapatilla blanca. Y ya no hablemos de cómo les afecta el paso del tiempo, cuando ese blanco impoluto del principio se convierte en un amarillo efecto 'vintage' pero que a nuestras 'sneakers' no les sienta nada bien. Y este sí, por mucho que frotes, nunca se va. O eso es lo que pensábamos.
Sí, hay que aceptar lo inevitable y es que nuestras zapatillas blancas se van a manchar como las que más en cuanto rocen la más mínima gota de suciedad, y con el paso del tiempo nuestras 'sneakers' blancas tenderán a convertirse en zapatillas amarillentas. Pero ya no se nos volverá a parar el corazón cuando alguien nos pise, ni tendremos que andar con mil ojos en dónde ponemos el pie en la calle, ni tampoco sufriendo y viendo si la goma o el cuerpo de la zapatilla está más oscuro que de costumbre, porque todo tiene solución.
Con las zapatillas blancas podemos volver al pasado y dejarlas tan blancas como al principio (o casi). Y es que, sean del material que sean, de piel, de cuero sintético o de lona, hay muchas formas de limpiar las zapatillas blancas y que estas acaben como nuevas. Y es más fácil de lo que nos imaginábamos en un primer momento.
La forma de limpiar las zapatillas blancas dependerá del material con el que estén hechas, ya que no se pueden aplicar los mismos productos para unas zapatillas de tela, de algodón o de piel. Pero antes de comenzar a limpiar cualquier zapatilla, lo primero es quitar los cordones para que todas las zonas de la zapatilla blanca queden al descubierto. Además deberás lavar de forma independiente los cordones y las zapatillas. Por ejemplo, estos pueden lavarse con lejía, mientras, es recomendable no lavar las zapatillas con lejía, a no ser que estén demasiado sucias y esta sea la única opción. Por supuesto, esto queda descartado en las zapatillas de piel.
Las zapatillas blancas de piel se limpian de las formas más insospechadas, porque se recomienda limpiarlas a mano y dejar a un lado lavadoras y secadoras. La mejor forma de limpiar tanto las zapatillas blancas de piel como las sintéticas es con pasta de dientes. Para ello, necesitamos un cepillo de dientes, preferiblemente que ya esté desgastado, pues si está nuevo y es demasiado duro puede arañar la zapatilla. Moja el cepillo y pon para una zapatilla la misma cantidad de pasta de dientes que pondrías para lavarte los dientes tú. Después, comienza a extender la pasta por toda la zapatilla, suela incluida, con suavidad y sin presionar demasiado para no dañar la zapatilla. Deja actuar durante unos minutos y haz lo mismo sobre la otra zapatilla.
Las zapatillas de lona no pueden lavarse con pasta de dientes ya que la tela quedaría rígida y se estropearía. Lo que mejor funciona con las zapatillas de lona es el bicarbonato. De hecho, es mejor usar este producto en lugar de la lejía, que puede dejar las zapatillas amarillentas o rígidas. En un bol con agua mezcla una cucharada de bicarbonato, y otra de detergente o incluso vinagre blanco. Mézclalo todo y saldrá una pasta. Esta la debes aplicar con un cepillo de dientes sobre toda la zapatilla y después meter en la lavadora. El bicarbonato, además, no solo limpia, sino que hace que las zapatillas dejen de estar amarillentas.
Si quieres una solución rápida, una de ellas son las toallitas de bebé. Estas funcionan con las zapatillas de piel y las zapatillas sintéticas y con las tipo Converse, que lleven la puntera de goma. Eso sí, no es un método infalible contra las zapatillas amarillentas ni contra las manchas muy intensas.
Esta es la fórmula mágica y perfecta no solo para limpiar las zapatillas sino para que dejen de estar amarillentas. Eso sí, solo está indicada para las zapatillas blancas de tela. Mezcla una cucharada pequeña de amoniaco con una cucharada de detergente lavavajillas todo ello disuelto en un litro de agua. Remueve y esparce la mezcla por tus zapatillas. Deja actuar al aire libre durante toda la noche y, si fuera necesario, un día entero. Después, mételas en la lavadora y lava las zapatillas para quitarle el olor a amoniaco.
Aunque es una forma muy efectiva de devolverle el blanco a las zapatillas, especialmente cuando la lona también se ha vuelto algo amarilla, hay que tener mucho cuidado, ya que se trata de mezclar productos químicos potentes. Se recomienda hacerlo al aire libre.
Esta es una mezcla que sirve, básicamente, para blanquear las zapatillas amarillas. Esta vale para las zapatillas de tela, pero la sal blanquea para cualquier tipo de zapatilla. Para las de tela solo habría que mezclar la leche con la sal y después añadir agua y jabón y sumergir las zapatillas en la mezcla. Necesitarás media taza de sal. Déjalo actuar durante unas horas y después aclara las zapatillas con agua y jabón o en la lavadora.
Mientras, para las zapatillas de piel o sintéticas, mezcla la media taza de sal solo con jabón o detergente y pasa el resultado con un cepillo de dientes por la zapatilla al completo. Después, aclara las zapatillas con agua fría y detergente.
Si no quieres apostar por ningún remedio casero, siempre puedes optar por los limpiazapatillas tradicionales, que vienen ya preparados para acabar con las manchas para este tipo de calzados específicamente. Además, también existen ciertos sprays que crean una capa impermeable sobre la zapatilla evitando que se ensucien y retrasando que se vuelvan amarillas.