La elegancia no es una cuestión de dinero, sino de estilo. Tampoco vamos a negar lo evidente, porque sabemos que poder invertir en prendas de calidad siempre ayuda pero, y esto es igual de cierto, no es ni mucho menos imprescindible para vestir bien. Acertar en la elección del tipo de prendas que llevamos, los colores, el estampado o la forma de combinarlas no exige un gasto extra, pero sí saber cómo hacerlo.
A medida que cumplimos años, el furor por llevar las últimas tendencias deja paso al interés por dar con un estilo propio que nos defina y nos aporte elegancia. Conseguirlo es más fácil de lo que imaginas con los tips que te proponemos a continuación para triunfar por todo lo alto con tus looks.
Es imposible ser elegante traicionando el estilo propio. Nos encanta tomar la inspiración a la hora de vestirnos de todo tipo de fuentes: pasarelas, influencers, colecciones de nuestras tiendas preferidas… Pero nada que no se adapte a nosotras mismas, en el fondo nos va a sentar bien. Empieza por conocerte a ti misma, saber cuáles son tus gustos, tu talla real y tus puntos fuertes, y sácales el máximo partido para, además de ir elegante, sentirte cómoda y auténtica.
Las prendas especiales, esas que lo dicen todo por sí mismas, son una de las mejores bazas de nuestro armario. Lo ideal para llevarlas con total acierto es dejarles todo el protagonismo a la hora de armar nuestro look. Ya sea una falda, unos pantalones o un abrigo, procura combinarlo con prendas sobrias que no saturen el look y den la sensación de equilibrio.
Sugerir siempre es mejor que enseñar, y lo aplicamos tanto a los escotes como al largo de las faldas. Y la realidad es que nos encantan los escotes, y también las faldas mini, pero procura no usar ambos a un tiempo, ni que enseñen más de la cuenta, porque en ese caso no estarás siendo elegante.
Existe el concepto erróneo de asociar lo clásico con lo elegante, y esto no es siempre así necesariamente. Un estilismo de oficina combinado con unas deportivas, o un vestido de punto con un pañuelo estampado son mezclas que resultan triunfadoras y que evitan que nuestros looks resulten demasiado aburridos. Los sombreros, por ejemplo, son otro complemento capaz de transformar un outfit muy sobrio.
Es imprescindible contar con una en tu armario, porque por sí sola es capaz de convertir cualquier look en elegante. Eso sí, no sirve cualquiera. Y con esto no queremos decir que tengas que invertir mucho dinero en ella, pero sí asegurarte de que te sienta como un guante, que es de tu talla y de que la llevas siempre luciendo un blanco impoluto. Y si quieres, arriesga con el diseño y permítete llevar una que tenga algún detalle especial.
No nos referimos a estridencias, ni mucho menos, pero sí a que no caigas en utilizar solo colores sobrios por miedo a arriesgar. Los tonos vivos dan luz y rejuvenecen, además de ponernos de mejor humor. Así que no renuncies al optimismo en tus looks e incluye una prenda en un color llamativo siempre que te apetezca.
Llevamos años diciendo que quien no arriesga no gana y que mezclar con acierto es todo un arte. Y no es que nos retractemos, pero también es conveniente saber cuándo es mejor ir sobre seguro. Las mezclas de estampados atrevidas es mejor dejarlas a las expertas, o a quienes no tienen ningún reparo en cometer fallos de estilo (ya acertarán a la siguiente). Los prints pueden ser sensacionales, pero mejor llévalos de uno en uno y combinarlos con prendas lisas. Acertarás de pleno.