Ya están aquí la Navidad, la Nochevieja, el día de Reyes. Días de comidas, cenas y fiestas en los que, si decides usar tacones, los pies se convierten en una de las partes más castigadas de tu cuerpo. Si has tenido la nada recomendable idea de comprarte un calzado nuevo, es conveniente tomar medidas antes del día del estreno. Si ya los tenías y sabes que te pueden dar la noche hay varios trucos que deberías poner en práctica si no quieres volver a casa antes de tiempo y con los zapatos en la mano.
Antes de comprarte un zapato deberías seguir el consejo de los expertos, que dicen que el mejor momento para comprar unos zapatos es durante la tarde ya que a lo largo del día el pie se dilata. Si lo compras por la mañana, al llegar la noche el zapato te va a quedar más ajustado, aunque existen algunos trucos para que la piel ceda un poco de ancho, el largo no tiene solución.
Si notas que el zapato te queda estrecho, ni te lo pienses, la solución es llevarlo a la zapatería y que lo metan en la horma. Si te pilla en día de fiesta o tienen exceso de trabajo y no te pueden coger el encargo, puedes probar un par de trucos caseros:
- Ponte los zapatos con unos calcetines gruesos y aplica calor con un secador
- Mete los zapatos en el congelador un par de horas antes de ponértelos, de este modo se adaptarán mejor al pie y harán menos daño
- Introduce en los zapatos unas bolsitas herméticas llenas de agua y colocarlos en el congelador: el agua se congela y al dilatarse hará que el zapato ceda.
- Utiliza un espray dilatador del calzado. Basta con pulverizarlo por el interior del calzado y mientras está húmedo hay que ponérselo y caminar hasta que se adapten al pie.
-Colocar una patata pelada que quede ajustada en el interior del zapato y dejarla un par de días.
Se trata de una media suela con una hendidura longitudinal que va desde la punta del pie hasta la mitad de la suela, que deja aislados los huesos metatarsianos medios del contacto con el suelo evitando el dolor que provocan los zapatos en esta zona. Están hechas de un material flexible de aproximadamente medio centímetro y ligeramente estriado, lo que mejora el agarre y la estabilidad al caminar, y te la pueden colocar en cualquier establecimiento de reparación de calzado.
Tanto la almohadilla del pie como los dedos son las partes que más sufren cuando llevas tacones. La almohadilla o metatarso, porque se convierte en el punto de apoyo de todo el cuerpo, y los dedos porque la inclinación del zapato obliga al pie a deslizarse hacia adelante y estos quedan aprisionados en la puntera del zapato. La solución pasa por utilizar unas plantillas de gel o silicona que ayuden a amortiguar el paso e impidan que el pie se deslice hacia adelante y se encuentran con lámina adhesiva e incluso en forma de medio calcetín para impedir que se puedan mover mientras caminas o te pegas unos bailes.
En ocasiones el problema no es que el zapato te quede pequeño o que te resulte incómodo, a veces el problema es que no se queda bien sujeto a tu pie. Puede ser porque el número te va grande, porque el calzado no tiene buena sujeción o simplemente porque tienes demasiado puente y un zapato sin hebillas se te sale del pie.
Para que no acabes la noche como Cenicienta, se han inventado las plantillas adhesivas de doble cara Sticky Shoes y No Shoe Off, que se pegan por un lado al zapato y por el otro al pie, fijando ambos hasta que decidas quitártelos. La ventaja que tienen las segundas es que se pueden lavar y, como están hechas de gel, ayudan a amortiguar el paso.
Si desde que te colocas el zapato notas que hay una zona concreta del pie que te molesta especialmente y piensas que con el roce puede aparecer una ampolla, aplícate justo ahí desodorante en barra.
Si lo que te sucede es que pasado un rato largo subida a unos tacones te entra un dolor punzante en el metatarso que te da ganas de cortarte los pies por los tobillos, hay otro truco sencillo pero que funciona porque quita presión al nervio interdigital y consiste en unir los dedos 3 y 4 del pie con una goma o con una cinta adhesiva.