Ni siquiera la censura de Instagram, que intenta por todos los medios esconder que los pechos son parte importante de la anatomía femenina, ha podido impedir que las tetas vuelvan a ser el centro de atención de las colecciones de moda.
Una de las últimas firmas en sumarse a esta tendencia ha sido Schiaparelli que, con Daniel Roseberry como director creativo e inspirándose en el legado que dejó Elsa Schiaparelli, lleva varias temporadas rindiendo un exhaustivo homenaje al pecho de la mujer.
Lo cierto es que la colección de otoño/invierno de 2021-2022 creada por Schiaparelli no dejó ningún lugar del pecho femenino por explorar. Volumen del busto, areola y pezones, fueron esculpidos de manera realista en piezas metálicas o de cuero y trasladados a jerséis, chaquetas, tops y botones, consiguiendo que su colección pasara a ser una de las más comentadas y vendidas de la temporada.
Otra prueba de que algo se está haciendo bien en esta casa de moda nacida en París en los años veinte del siglo pasado, es el largo listado de caras famosas que acudieron al front row de su último desfile, al que no faltaron Anna Wintour, Laverne Cox, Chiara y Valentina Ferragni, Carine Roitfeld y los diseñadores Jacquemus, Olivier Rousteing o Kanye West junto a su novia Julia Fox.
Pero la nueva Schiaparelli no es la única firma que ha centrado su atención en esta parte de la anatomía femenina, mucho antes lo hicieron otros diseñadores y a nadie se le escapa que el pionero en ensalzar el pecho de la mujer fue Jean Paul Gaultier, quien reinventó los viejos códigos del corsé para convertirlo en una prenda sexy, empoderante y hasta liberadora.
Fue el diseñador francés quien creó los corsés de pechos puntiagudos que formaron parte del vestuario de la cantante Madonna en la gira ‘Blond Ambition’ de 1990. Un modelo de seda natural en color salmón, otro dorado con copas cónicas y un tercer modelo bordado con piedras y lentejuelas en rayas verdes y blancas, que ya son leyenda de la moda y de la música.
Indudablemente eran otros tiempos, unos en los que la hipersexualizada imagen de Madonna solo escandalizaba al sector más conservador de la sociedad pero que ahora tiene grandes detractores por razones muy diferentes en grupos sociales de pensamientos opuestos.
Y volviendo al presente, no parece que los numerosos intentos por hacer que la visión del busto femenino deje de ser un tabú esté dando sus frutos, de hecho, sigue siendo noticia que alguien tenga un percance con su vestido que le deje una teta al aire. Nada del otro mundo, pero es noticia.
En cuanto a la industria textil, ha encontrado la manera de abordar el tema del busto femenino y no solo no ofendiendo, sino empoderando a las mujeres. El camino ha sido aliarse con otras artes. Esta alianza era necesaria porque la moda tiene mucho recorrido en las cuestiones sexis (vestir para potenciar el atractivo), pero bastante menos que otro tipo de artes en materia sexual, o no tanto como la pintura, la escultura, la literatura o el cine.
Obras como “La mujer que llevo fuera”, creada en 2018 por el artista plástico Ernesto Artillo, son un ejemplo del buen funcionamiento de esta unión. El origen de estos sastres pintados con una silueta femenina fue una intervención artística que, sin intención de convertirse en pieza de moda, terminó desfilando por la alfombra roja de los Premios Feroz, vistiendo a la prensa en la gala de los Goya y convertido en una herramienta para el discurso feminista.
En 2020 era Tom Ford quien, tal vez inspirado por la colección de Alexander McQueen de 2017-2018, apostaba por crear un top a medio camino entre una armadura y una escultura del busto de una mujer. Esta pieza, hecha a medida para que la luciera Zendaya en la alfombra roja de los Critic's Choice Awards, revolucionó las redes y la encumbró como una de las mejor vestida de la gala.
La colección de Couture 2021 de la firma neoyorkina Area apostó por los adornos corporales de las civilizaciones antiguas del arte precolombino para crear intrincadas piezas que se enroscan en el pecho de las modelos Precious Lee y Yasmin Wijnaldum, un casting que también se puede considerar como una auténtica declaración de intenciones.
Loewe siempre ha sido una de esas firmas que apuesta por trabajar con artesanos de diferentes disciplinas para crear sus colecciones de ropa y accesorios y especialmente con profesionales del cuero. La sorpresa que se reservaba J W Anderson para la colección de verano de 2022 fue una especie de homenaje al arte surrealista que ya practicara Elsa Schiaparelli materializado en varios corsés de resina que reproducían fielmente la anatomía del torso femenino.
La colección de Alta Costura para la primavera/verano de 2022 que presentaba Schiaparelli el pasado 14 de enero, volvía a inspirarse en el universo surrealista de la casa y, de manera más contenida que en anteriores desfiles, ponía de nuevo el foco en el pecho de la mujer. Esculturas cónicas, rosetones barrocos y veladuras creadas en dorado, negro y nude, han vuelto a convertir el busto femenino en auténticas obras de arte que no tardarán en disputarse un hueco en las próximas alfombras rojas.