Un vestido largo con zapatillas blancas es una combinación fácil y cómoda con muchas posibilidades de convertirse en el uniforme del verano. Hablamos de dos básicos del armario femenino: por un lado, las deportivas blancas, un clásico que se puede combinar con todo tipo de prendas, y por otro, los vestidos largos, un imprescindible para conseguir los mejores looks del verano.
Modelos lisos o estampados son cada temporada los protagonistas del armario estival, tanto por su capacidad de transformación, en función de los complementos con los que se combinen, como por lo cómodos que resultan y lo mucho que favorecen.
Un vestido largo puede ser perfecto para la playa si lo combinas con chanclas y un canasto u puedes usarlo de noche con sandalias de taconazo, pero si apuestas por llevarlo con unas zapatillas de deporte blancas darás con el look casual perfecto que encaja en la oficina o en tus días de vacaciones.
Un vestido negro y oversize, como este modelo de Dagmar es un fondo de armario veraniego versátil y democrático, que puede resultar muy sofisticado o de lo más práctico. Añades dosis de glamur si sumas las joyas correctas y un calzado potente, pero puedes convertirlo en un vestido de diario si lo acompañas de unas sencillas deportivas blancas.
Jugar al total look con un vestido blanco puede ser una opción incluso para salir de noche, especialmente si eliges un vestido con detalles diferentes como este modelo de la firma KC The Brand fabricado en algodón orgánico, con mangas abullonadas y espalda descubierta.
Cuando la piel ha empezado a broncearse, una de las prendas que ayudan a resaltar el moreno son los vestidos de colores vibrantes. Si apuestas por modelos con tanta fuerza como este de Anim Living, de silueta oversize y estampado multicolor, lo mejor es contenerse con los complementos para no restarle protagonismo y por esa razón es el candidato perfecto para combinar con unas clásicas deportivas blancas.
El binomio blanco y negro es una opción muy recurrente, especialmente si te gustan los estampados que no llamen en exceso la atención. Se trata de un colorido sobrio que combina con todo tipo de patrones y con cualquier estilo, del más relajado al más glamuroso y que puedes llevar con complementos llamativos o minimalistas. Combinarlo con unas zapatillas blancas es la opción casual que consigue relajar el look.
Los vestidos de flores se asocian a adjetivos como bucólico o romántico y, según con qué tipo de calzado los combines, pueden pasar de ser una prenda con cierto aire hippie a caer en la cursilería. Con unas zapatillas blancas se consigue el toque justo de contraste que no es previsible, pero tampoco desentona.
Combinar unas deportivas blancas con un slip dress es posiblemente la apuesta más loca, pero te hará redescubrir ese vestido lencero que guardabas para las noches más especiales. Este tipo de vestidos se ha convertido en un clásico y si en otoño eres capaz de sacarlo de día con un jersey fino debajo y botas cowboy, en verano puedes quitarle hierro si le sumas unas zapatillas blancas.