Si hay una pareja que rompe todos los récords de éxito personal y profesional en nuestro país, esa es la que forman Ana Belén y Víctor Manuel. Es difícil no tener cariño a dos de los artistas patrios más prolíficos que, además, se hacen querer y llevan juntos nada menos que 53 años. Se casaron en 1972 y, desde entonces, han permanecido unidos. Pero, como en todas las parejas, ha habido "claroscuros". Así ha transcurrido una historia de amor que empezó… en Galicia.

Era el año 1971 cuando coincidieron, en el tiempo y en el espacio, los dos artistas. Ana Belén estaba por entonces más volcada en su faceta como actriz, y estaba de gira con la obra de teatro ‘Un sabor a miel’, que protagonizaba junto a Laly Soldevilla, en Coruña. En el hotel Atlántico de la provincia gallega se encontraba Ana Belén con otra actriz de la obra, y también Víctor Manuel, nada menos que acompañado por Julio Iglesias. Esta compañera conocía a Víctor y se lo presentó a Ana, pero… lo cierto es que no sucedió nada. A la cantante, el asturiano le llamó mucho la atención, pero por entonces Víctor tenía una novia chilena y no hizo caso a quien terminaría convirtiéndose en su compañera de vida. Esto lo contó la propia Ana Belén en una entrevista con Jordi Évole, que asegura que tuvo que luchar para conquistarlo.

Solo pasó un año cuando volvieron a coincidir. Esta vez, como protagonistas de ‘Morbo’, una película rodada en 1972 por Gonzalo Suárez. En ella, una pareja de recién casados decide pasar su luna de miel en una caravana, en medio del bosque. Se trata de una especie de thriller que, aunque no cosechó las mejores críticas, los unió para siempre. De hecho, al parecer Suárez vaticinó que se casarían antes de terminar el rodaje. Y así fue. 

Los medios se habían hecho eco del romance entre ambos, pero se llegó a pensar que era una treta publicitaria para promocionar la película. Nada de eso. Contrajeron matrimonio en una ceremonia civil celebrada en Gibraltar con la que supieron burlar a la prensa que, sin embargo, aprovechó las fotos de ‘Morbo’, donde a ella se la ve con vestido de novia, para ilustrar el verdadero enlace, tal como se cuenta en el archivo fotográfico de Europa Press.

Lo cierto es que el enlace entre ambos no tenía validez legal en nuestro país, que por entonces solo aprobaba las bodas religiosas. Por ello, y porque nunca regularizaron aquel enlace en España, técnicamente, Ana Belén y Víctor Manuel no están casados. Detalle menor, y más a estas alturas.

En 1976 nació David, el mayor de sus dos hijos, y siete después, en 1983, vino al mundo Marina. David guarda un enorme parecido con su padre, y Marina con su madre. El mayor de los hijos de la pareja se dedica profesionalmente a la música. Es arreglista, compositor y productor: ha compuesto varias bandas sonoras de películas y él es quien adaptó y arregló el tema ‘Cuéntame’ que su madre cantaba en el comienzo de la mítica serie.

Marina tiene un perfil mucho más público que su hermano, ya que se dedica a la interpretación. La hemos podido ver en ‘Amar en tiempos revueltos’, ‘Gran Reserva’ o como concursante de ‘MasterChef Celebrity’. También ha participado en diversos cortos, películas y obras de teatro.

Sin embargo, no todo ha sido un camino de rosas. Tal como la propia Ana Belén contó a Évole en la citada entrevista, a finales de los ochenta Víctor decidió montar una productora de cine, que se estrenó a lo grande con ‘Yo soy esa’, en el año 1990. Suponía el debut en la gran pantalla de Isabel Pantoja, que pocos años atrás había enviudado de Paquirri; su coprotagonista era José Coronado, un verdadero ‘sex-symbol’ de la época, además de un excelente actor. El éxito fue tal que se animaron a hacer una segunda parte. Pero esta no funcionó como esperaban y perdieron mucho dinero. 

Tuvieron que hacer frente a tal cantidad de deudas que se vieron al borde de la ruina. “No fui nada feliz en la época de la productora”, confesaba Ana al periodista, y añadía que aquel revés económico pasó factura a su matrimonio. Por fortuna, y gracias a la música de Víctor, pudieron remontar y salvar no solo sus cuentas, sino también su relación. Una relación que, como decíamos al principio, sigue siendo la envidia de muchos.

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