Raquel del Rosario está celebrando su séptimo aniversario de bodas junto al que ella considera como su “mejor compañero de viaje”, Pedro Duque. Se enamoraron hace más de ocho años y han demostrado en más de una ocasión que conforman el tándem perfecto. Siempre se han mostrado herméticos con la prensa, pero dejando al descubierto a través de sus redes sociales algunos de los momentos que comparten con la familia que han formado. Una historia de amor que comenzaría la exvocalista de ‘El sueño de Morfeo’ tras una sonada ruptura con Fernando Alonso y que derivaría –sin que ella mismo lo supiera- en una vida lejos de su país, dos hijos y una lección de vida que llegó de manera inesperada
Tras cortar con uno de los pilotos españoles más reconocidos de la historia, Raquel se convertiría en carne de portadas de numerosas portadas del corazón y uno de los personajes más buscados. Pero su soltería duraría muy poco. La compositora era pillada meses después en las calles de Oviedo con este reconocido amante del cine. Si bien es cierto que nunca se había sentido cómoda ante las preguntas de la prensa ni con el hecho de sentirse perseguida por las cámaras cuando ocurría algo en su entorno, probablemente que su novio también se dedicara a captar con el objetivo (aunque no en el papel couché) o quizá la conexión que hubo desde un primer momento entre ellos provocaron que no tardara mucho en mostrar su amor en público con naturalidad, olvidándose de la prensa. La intérprete de ‘Contigo hasta el final’ acudía a numerosos eventos de la mano de la que era por entonces su nueva pareja y hablando de forma espontánea sobre cómo se encontraba a su lado: “Estoy feliz y enamoradísima, más que nunca”.
Un goteo de apariciones públicas que se fue completando con diversas fotografías y muestras de cariño a través de las redes sociales. Es más, el compostelano fue uno de los grandes apoyos de Raquel cuando ésta fue seleccionada junto a su banda para representar a España en el Festival de Eurovisión de 2013. Tras su innegable derrota y las críticas que conllevó su puesto en la tabla de clasificación, Castro se mantuvo a su lado y la canaria nunca perdió la sonrisa. Este quizá fue el último gran escenario que pisaría antes de tomar una de las decisiones más duras de su trayectoria vital: alejarse de la música después de 13 años junto a su grupo para enfocar su futuro en su vida personal. “Él acepta mis rarezas y respeta mis decisiones aunque vea las cosas de forma totalmente apuestas. Me quiere libre, me quiere ‘Yo’, y ese es uno de los principales motivos por los que esta funciona”, explicaba la artista a través de un blog cuál era una de las principales claves para que estuviera tan enamorada.
Un giro radical y un amor que les llevaría meses después a pasar por el altar. Un día como hoy hace siete años ambos se daban el ‘sí, quiero’ en una ceremonia celebrada en California que carecía de invitados. Ni siquiera su familia. “Siempre he pensado que una boda debe de ser una celebración acorde a la personalidad de cada uno, y los dos lo tuvimos claro desde el principio: ‘solos tú y yo”, escribía en una de las entradas de su blog. Un broche de oro que anunciarían días después en sus redes sociales. “Quiero compartir con todos ustedes uno de los momentos más especiales y felices de mi vida. Feliz de comenzar esta nueva aventura junto a mi marido”, escribía ella. “No puedo ser más feliz y sentirme más afortunado”, aseguraba emocionado él.
Habría que esperar poco tiempo para que la pareja anunciara que estaba esperando a su primer hijo en común. El tercero para él, que tiene dos hijas fruto de una relación anterior. La cantante daba a luz “en la intimidad de su casa” a Leo, en un “precioso e intenso parto en el agua” y con la ayuda de dos matronas. “No cabe más amor y felicidad en mi cuerpo y en mi alma”, relataba Raquel, que publicaba una conmovedora foto de la mano del pequeño agarrando la mano del padre, que se posa sobre la de la madre. Nada les hacía imaginar que años después se convertiría en su ‘niño hada’ y que sería fuente de las lecciones de vida más importantes que habría recibido nunca, después de que le diagnosticaran el trastorno del espectro autista (TEA). "Ha venido a enseñarnos que el lenguaje del amor no entiende de palabras ni de idiomas, que existen otras formas de ver y percibir el mundo",
Pero Leo no sería el único retoño de la pareja, hace 4 años nacía su segundo hijo: Mael. Desde el primer momento, ella tenía claro que su parto quería que fuese como el de su primogénito, y compartía en su particular diario cómo vivió esta segunda experiencia. “Pedro llenó la piscina mientras mi cuerpo seguía preparándose despacio. Intuí que sería una noche larga (…) Me concentré en mí, en mi respiración, me conecté con mi cuerpo y con el bebé. Le hablé, recordándole que éramos un equipo y que todo iba a salir bien”. La llegada de este bebé completó la familia con la que hoy festejan este aniversario en Malibú, donde se instaló con el gallego hace unos años.