Ella trabajaba como azafata de televisión y él presentaba uno de sus recordados programas cuando se conocieron. El destino les unió y terminaron en el altar hace 24 años, llevando “la mitad de sus vidas” como marido y mujer. Más de dos décadas de amor que han llegado a su fin. Ramón García y Patricia Cerezo han roto su relación de manera amistosa, según lleva en portada la revista Semana. La pareja ha puesto a la venta la casa de Pozuelo de Alarcón donde vivían con su familia, mudándose cada uno a un piso cercano a la que hasta ahora ha sido su residencia habitual.
“Todo está en orden. Es una separación amable entre dos personas que se siguen queriendo mucho. No somos pareja, peros seguimos siendo una familia”, ponían de relieve los buenos términos en los que habían acabado en ¡Hola!, donde aclaraban que el único motivo había sido el desgaste natural de la relación. “Esa noticia ya es muy antigua. Tenemos desde hace tiempo la sentencia del divorcio. Lo hemos llevado con mucha discreción. Nos ha llamado la atención que la noticia saltara ahora”, estaban sorprendidos con el impacto mediático que había generado su ruptura.
Fruto de este matrimonio que ahora se quiebra han nacido dos niñas, Natalia, de 17 años y Verónica, de 14, que “han salido a su madre” de guapas, según confesaba el presentador en el Festival de Televisión de Vitoria, donde se alzaba con el galardón a mejor programa autonómico por En Compañía, programa que conduce a diario en Castilla la Mancha Media. “Las dos son buenas. No sé si se dedicarán a la televisión, que hagan lo que quieran, pero son dos niñas estupendas”, hablaba con orgullo de ambas en este mismo evento.
Los cuatro han formado una familia idílica alejada de cualquier tipo de polémicas. “En casa, el capote lo llevamos los dos. Lo hacemos todo alimón, como se suele decir”, se sinceraba Patricia sobre el reparto de responsabilidades en casa en una entrevista para Vanitatis, donde reconocía que no le afectaba la popularidad de Ramón porque “cuando trabajas en algo público lo importante y lo ideal es que te reconozcan”.
El dueño de la capa más famosa de Nochevieja ha sido uno de los grandes apoyos de Ana Obregón en su etapa más dura. “Cuando llegué a casa por la noche, la llamé. Ella me cogió el teléfono y estuvimos veinte minutos o más casi sin hablar, llorando los dos”, rememoraba el presentador del histórico Grand Prix del verano cómo fue su primera conversación tras el fallecimiento de Alessandro Lecquio. Junto a su amiga disfrutó del éxito inigualable del ¿Qué apostamos?, plató en el que él vivió uno de los peores momentos de su vida.
“Siempre que te ocurre una desgracia y te toca hacer un directo, haces el mejor programa de tu vida. Yo he tenido pérdidas personales e incluso perdí un hijo haciendo un ensayo del programa”, revelaba este trágico episodio familiar en el programa Lazos de Sangre. “Al día siguiente hicimos el programa en directo y mi mujer siempre iba a verme y fue. Se sentó en su sitio de siempre, aguantó ahí el tirón, siempre mirándonos, y posiblemente fue el mejor programa que he hecho en mi vida”, reconocía.