La presentadora, ya más tranquila, ha querido explicar en su blog cómo ha sido el proceso. "Hasta hace poco tenía la sensación de ser invencible. Pero un intruso, que desde luego no era bienvenido, se alojaba en mi cuello empujando la tráquea".
"Había perdido mi voz y nadie me aseguraba al 100% que volviera a recuperarla (…). Cada mañana tachaba los días, como en la cárcel, que me quedaban para cumplir mis compromisos laborales rezando a un Dios en el que no creo para que el nervio despertara y me devolviera lo que era mío y no tener que reinventarme y olvidar lo que soy y lo que deseo", ha escrito.
"Con ayuda de una mágica Dra. Janaina Méndez (logopeda), no he parado de subir y bajar erres y eses, como cuando era niña y debía aprenderlo todo por primera vez”. Y, por fin, el final feliz: "Me he decidido a contaros esto porque vuelvo a arañar la felicidad, tras haber recuperado mi voz".
"Cuando algo se desea tanto y suplicas cada noche que vuelva, entre lágrimas, lo justo es que todo salga bien. ¡Que me oiga todo el mundo gritar, con mis dedos en 'V'! ¡VICTORIA! ¡¡¡Que se muera lo feo!!!", ha dicho. Cuídate mucho, Adriana.