"Vane, viene Can a Mediaset". Así empezó esta historia. Y sí, como le ocurriría a cualquiera en mi situación, casi me caigo de culo en ese mismo instante. Tardé en reaccionar y cuando lo hice, me dio la risa floja. Y sí, como buena profesional mi primera preocupación fue qué iba a ponerme (total corría el riesgo de quedarme en blanco en plena entrevista, así que por lo menos que me viera mona). La visita de nuestro particular Dios turco se ha convertido, hasta hoy, en el eje de mi existencia (dentro y fuera de Mediaset). Raro ha sido el día en el que no se ha comentado algo sobre el esperado, ansiado, deseado y soñado encuentro. El chat de amigas ardía y hoy, casi explota.
Después de semanas esperando, ha llegado el gran día. ¡QUÉ NERVIOS! Los pasillos de Mediaset (si ya en un día normal son moviditos) hoy estaban a tope. "¿A qué hora llega?" Esa ha sido la gran pregunta que se escuchaba desde primera hora en cualquier rincón de la cadena. De maquillaje a cafetería pasando por cualquier redacción. Nadie quería perderse el momentazo Can Yaman.
Se veía venir. El domingo en el aeropuerto de Madrid se desató la locura. Cientos de fans le esperaban en busca de un selfie, un abrazo o un simple cruce de miradas. El fenómeno Can Yaman aterrizaba en España y lo hacía con un dispositivo de seguridad que pocas veces hemos visto. La policía tuvo que intervenir y llevarse al actor prácticamente en volandas por una cuestión de seguridad.
Con estos precedentes se intuía lo que iba a pasar en Mediaset. La impaciencia y la ansiedad han crecido a la vez que se acercaba el momento. La espera se ha hecho larga y los compañeros se iban agolpando por lo pasillos. En torno a las 11.00 de la mañana todo el equipo de Divinity ya estaba alerta. Can ya estaba aquí. Carreras, último vistazo a la entrevista, comprobación del equipo y al plató. No hemos sido los primeros. Vari@s compañeros de la cadena ya estaban esperando al actor. ¿Qué tiene este hombre que no ha revolucionado a todos?
Corrillos de periodistas, selfies y stories para Instagram para contar a quién estábamos esperando (provocando la envidia de más de uno) ha sido la forma en la que hemos amenizado la espera. Y por fin ha llegado EL MOMENTO. Acompañado de su representante y un traductor aparecía en el plató. Casi sin darle tiempo a ponerse en el photocall, empezaban a sonar los primeros clics de las cámaras. Tímido y con media sonrisa, el actor turco se ha dejado querer y ha posado para todos los programas de la casa justo antes de la ronda de entrevistas. A toda prisa y con un traductor, Can ha respondido a todas las preguntas. ¿Cómo llevará eso de tener que cortarse el pelo para hacer el servicio militar? ¿Cómo es su relación con los fans? ¿Volverá a ejercer como abogado? Las confesiones se han sucedido y más de un suspiro se ha escuchado en el plató cuando nos ha contado cómo es su mujer ideal o cuando ha dicho una frase en español. Y es que Can no lo tenía difícil. Tenía un público entregado.
Y después de casi dos horas con los medios, ha tocado reponer fuerzas. El actor ha salido del plató rumbo a un comedor de Mediaset. Y como allí no le hemos podido acompañar (una pena) hemos aprovechado para echarnos algo a la boca. La pausa ha sido breve. No quedaba más remedio. Mi propósito para el día de hoy era acompañarle en cada uno de sus pasos por Mediaset. Y lo he logrado.
En una hora nos hemos vuelto a reencontrar con él para hacer un directo para las redes de Divinity con nuestro compi Adolfo. Él ha sido el encargado de hacerle pasar al actor su ratito más divertido. Y es que Can no entendía muy bien que hacía un medidor de tensión en el plató. ¿Qué le iba a hacer?
El ratito con Can llegaba a su final con el plato fuerte. Su encuentro con las fans. Tras hacerse las pertinentes fotos con las compañeras que han seguido su directo en redes, nuestro Dios turco se ha encontrado con las ganadoras del concurso organizado por Mediaset. Muy tímidas y nerviosas han recibido al actor con una sonrisa. Él les correspondía y se sentaba frente a ellas, que muy vergonzosas no se han atrevido ni a sacar el móvil para hacer una foto durante el rato que ha durado la charla. Muy tranquilas, escuchaban atentas y le ponían ojitos al actor, que ha querido darles el mejor de los regalos. Y es que Can no podía marcharse de allí sin hacerse un selfie con cada una de ellas.
Y así hemos llegado al final de un día muy intenso y lleno de nervios. Tras complacer a todo el mundo, Can se ha despedido educadamente agradeciendo el cariño con el que le hemos recibido. Y a mí me ha dejado un vacío enorme. Después de semanas preparando mi encuentro con él, ¿qué voy a hacer yo ahora sin Can?