Karen y Mike se establecieron en su actual casa de una sola planta cuando vieron que estaba situada bajo las montañas. Pero aunque el exterior es increíble, la casa es otra historia: es de los años cincuenta, pequeña y está mal distribuida. Por eso, antes de cerrar la venta, Karen llegó a un acuerdo con su marido que dirige una empresa de excavaciones, o la derribaban o la reformaban. Han pasado siete años desde aquel acuerdo y todo ha seguido igual, excepto la paciencia de Karen que ya no está por la labor de seguir viviendo en esas condiciones.