Cuando James y Tokiko compraron esta casa les enamoró su aspecto rústico y su ubicación en el bosque. Pero ahora, con dos hijos y sin tiempo libre para meterse en reformas, Tokiko ha cambiado de parecer y ya no aguanta más vivir en esa casa que tanto prometía. El estrés que le produce una entrada improvisada, una cocina muy estrecha, y dos niños pequeños que no les queda más remedio que compartir habitación les han llevado a odiar su dulce hogar. ¿Conseguirá Jillian que vuelvan a amarla?