Emocionante. Así ha sido este primer episodio de 'Un camino hacia el destino', una historia de amor que ha arrancado muchos años antes de que sus protagonistas se conocieran. Y es que para entender lo que les deparará el futuro a Luisa Fernanda y a Carlos hay que remontarse a la juventud de la madre de la joven, Amelia, una mujer de una familia adinerada que estaba profundamente enamorada de Luis, con quien vivía un amor apasionado y con el que tenía encuentros furtivos gracias a que Pedro, el jardinero, un atractivo hombre que lleva años enamorado de ella, la ayuda a escapar del férreo control de su padre.
Sin embargo, ese gran amor que Amelia creía que era correspondido se trunca cuando ella se queda embarazada. Luis tiene otros planes para su futuro. Un futuro en el que no tienen cabida ni Amelia ni el bebé que espera. Su vida está al lado de Marisa, una adinerada mujer dueña de un banco y madre de Carlos. Ella es la mujer con la que se casa y con la que inicia una nueva vida.
Y por si el abandono de Luis no fuera suficiente castigo, la situación de Amelia se complica aún más cuando su padre da por hecho que el hijo es de Pedro, el jardinero. Furioso los echa de casa a ambos. Sola, sin el apoyo económico de su familia y repudiada por el padre de su bebé, a Amelia solo le queda una opción. Pedro. Decidido a darles una vida digna a ambas, el jardinero busca un trabajo en un colegio de monjas donde solo pueden instalarse tras contraer matrimonio.
El tiempo pasa. Amelia es es absolutamente infeliz mientras él se esfuerza por sacarla adelante y darle la vida que se merece. Pedro, pese a ser rechazado una y otra vez, se vuelca con la mujer que siempre ha amado y con la pequeña, a la que cría como si fuera su propia hija. impidiendo que Amelia la dé en adopción al considerarla la causante de todas sus desgracias. "No voy a permitir que abandones a mi hija en un orfanato. Y si tú no la quieres la voy a querer por los dos", le dice Pedro, quien consciente de la infelicidad de su mujer hace un último intento por propiciar el reencuentro de Amelia con su padre. Sin embargo, las puertas de la que un día fue su casa están completamente cerradas para ella.
Pero Amelia no es la única cuya vida no es tal y como había imaginado. Tras contraer matrimonio con Marisa, descubre que no podrá tener hijos con ella porque es estéril. "El embarazo y el parto de Carlos fue muy complicado. Yo me recuperé a duras penas y no hay tratamiento", le dice a su marido, que se enfada profundamente por no habérselo contado. Consciente de la importancia de mantener la calma, Luis trata de zanjar la polémica. "Sea como sea yo te sigo queriendo", le dice a su mujer. Sin embargo, esa no es la única desagradable noticia a la que tiene que hacer frente el abogado. Cuando regresan a México e intenta ponerse al frente del banco ocupando un cargo en la junta directiva se encuentra con la cruda realidad. La letra pequeña de su acuerdo prematrimonial le impide hacerlo a menos que su mujer quede incapacitada.
Los años han pasado y Luisa Fernanda ya es una joven alegre que vive en el colegio de monjas junto a sus padres. Sin embargo, a pesar de esa aparente felicidad hay algo que la tiene completamente rota desde niña. Para Fernanda no pasa desapercibido que su madre es una mujer amargada y muy distante con ella. "A veces pienso que no me quiere", le dice a su padre ajena al trágico pasado de su madre.
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