Basta con apreciar el brillo en los ojos de María del Monte este jueves para intuir lo importante que fue para ella dar el pregón del Orgullo de Sevilla. En su discurso, la artista decidió dar un paso al frente y reivindicarse como parte del colectivo LGTBIQ+ después de décadas evitando hablar de su vida sentimental. A pesar de su extensa trayectoria, jamás había querido poner nombre ni rostro a ninguna de sus parejas. Tampoco género. Pero eso ya es cosa del pasado. Aunque en sus palabras dejó claro que jamás se había escondido, su afán por proteger a su pareja, con la que lleva 23 años conviviendo, le hizo ser menos libre de lo que es ahora.
Tal y como puedes ver en el vídeo, Del Monte declaró que la mujer que posteriormente la acompañó bailando era "el amor de su vida". "¿Cómo me voy a esconder yo de eso? ¿Estoy loca? ¿Soy una inconsciente?", planteó. Sin embargo, el hecho de "no ser mecanógrafa" y ser un personaje público (además de formar parte de una generación para la que declararse lesbiana o bisexual era un acto de valentía) le hizo coartarse, algo de lo que era muy consciente su entorno más íntimo.
Así nos lo ha hecho saber su íntima amiga (y casi hermana) Toñi Moreno, que mientras María daba este histórico pregón se encontraba recogiendo un premio con el que, precisamente, se le reconocía su labor a la hora de dar visibilidad al colectivo y sus luchas. La presentadora confesó tras recoger este Diversa Global que era consciente de lo que a Del Monte "le había costado dar ese paso" de "salir del armario". Y también asumió que a ella, como niña que descubrió que le gustaban otras niñas y como adulta incapaz de desprenderse de unos mantras que le habían grabado a fuego, le sucedió lo mismo.
"Estamos aquí todos porque no es fácil. No ha sido fácil aceptarse. No ha sido fácil contarlo y contárselo a una misma. No ha sido fácil, no lo ha sido", argumentaba. Lo hacía con su Diversa Global 2022 a la comunicación en la mano, uno de los galardones más importantes en España en el sector empresarial, comercial, Institucional y social donde se reconoce el trabajo realizado en torno a la diversidad LGTBIQ+. De ahí su emoción y su voz entrecortada al contar lo difícil que había sido llegar hasta ese escenario.
"A mí me gustaban las chicas del instituto y yo contaba que eran muy buenas amigas mías, porque en el colegio las monjas me habían dicho que eso era pecado. Lo tenía a hierro. Tanto, que me ha durado hasta hace un cuarto de hora. Y tengo 46 años", ha desvelado, insistiendo en ese "no ha sido fácil" en el que coincide con María del Monte.