David y Victoria Beckham han redefinido el concepto de parejón vip. Desde que se conocieron en 1997, en pleno apogeo de sus respectivas carreras en el fútbol y la música, y tras una mediática boda dos años después, se han convertido en uno de las relaciones más perseguidas, imitadas y estables del papel cuché mundial. Más de dos décadas y media después, reconvertidos en empresarios multimillonarios, estrellas en redes sociales y verdadera nobleza de la cultura pop, siguen manteniendo ese cierto halo de misterio sobre ellos que les ha hecho irresistibles para el público. Ahora, hemos podido conocerles un poco mejor en su intimidad, con el estreno de su propio documental, en el que el futbolista se sincera sobre su depresión.
En un momento en el que toda celebrity que se precia cuenta con su propio formato en el que diseccionarse en público según sus propias normas, los Beckham no iban a ser menos. El documental ha llegado de la mano de Netflix, recibe el nombre de 'Beckham' a secas y explora, a través de cuatro capítulos, la figura del deportista, desde sus orígenes humildes a lo que supuso su salto a la fama y la posterior consagración como una figura deportiva y mediática de primer nivel. El contenido recorre en profundidad algunos de los episodios más complicados de David en particular, y de la pareja en general.
El programa incluye temas espinosos como el trastorno obsesivo-compulsivo que padece el deportista, que explora en profundidad. También los momentos más difíciles de su matrimonio con la exintegrante de las Spice Girls, que coincidió durante la estancia de la familia en España, mientras David formaba parte de las filas del Real Madrid. Otro de ellos tiene que ver con la depresión que sufrió el británico, un episodio del que habla por primera ver abiertamente, y que puedes conocer en profundidad dando ¡play' al vídeo que encabeza esta noticia.
Todo se desató durante el partido Inglaterra y Argentina en el Mundial de Francia de 1998. David fue expulsado tras propinarle una patada a Simeone, y finalmente la selección inglesa acabaría eliminada del campeonato. Se convirtió, a los 23 años, entonces en el culpable, a ojos del público y la prensa (se llegaron a pronunciador el seleccionador o el primer ministro, Tony Blair), del fracaso deportivo.
Beckham reconoce que actualmente, veinticinco años después, todavía le "cuesta" hablar de ello. "Todo un país me odiaba", revela, mientras Victoria recuerda que el acoso mediático era diario y " de otro nivel". Se llegó a ahorcar un muñeco con su camiseta en la puerta de un bar de Manchester, y una bala llegó en una carta a las instalaciones del club.
El británico se tomó unas "vacaciones" y se alejó del ruido y del mundo exterior. Beckham estuvo "clínicamente deprimido", como revela su mujer. No comía, no dormía. Era un desastre. No sabía qué hacer", confirma él, que asegura también sentirse "golpeado y herido" durante esa época, en la que hasta Victoria fue objeto de burlas y humillaciones en los cánticos de cada partido.
Pese a la situación límite en la que se encontraba, el futbolista no recibió ayuda profesional ni acudió a terapia para arreglarlo. No eran buenos momentos para la visibilidad de los problemas de salud mental. "Nunca se abrió, siempre se lo guardó todo", reconoce un amigo íntimo de David. Ahora, a los 47 años, todavía se culpa por el calvario que sufrieron su mujer, sus padres o su hijo Brooklyn en aquellos meses. Sucesivos partidos, con el club y con la selección en el Mundial de 2002, reconciliaron a la afición con el deportista.