Hasta principios de agosto de 2023, el nombre de Daniel Sancho era relativamente desconocido para el público. Fue entonces cuando el chef fue detenido en Tailandia por el presunto asesinato del cirujano colombiano Edwin Arrieta, por el que acabó ingresando en prisión y del que se declara inocente. A partir de ahí, los medios de comunicación y la opinión pública han llenado páginas y horas de tertulia y debate con los pormenores del crimen, la motivación del mismo y la relación entre ambos. Esta semana concluía en el país asiático el juicio que determinará si Sancho es o no culpable de su muerte, cuya sentencia se espera en septiembre. La vida del hijo de Rodolfo Sancho ha dado un giro total en menos de un año: lo analizamos.
El conocido como caso Sancho ha vuelto a estar de actualidad en las últimas semanas, por dos motivos distintos. Por un lado, la apertura de la fase de juicio. Tras meses de investigación, finalmente en Tailandia se ha empezado a dirimir la implicación de Sancho en el asesinato premeditado de Arrieta (del que se ha declarado inocente, aludiendo que todo fue fruto de un accidente durante una pelea), así como de otros dos delitos (de descuartizamiento y ocultación del cuerpo y de destrucción de la documentación del médico). Por otro, el paso adelante de su padre que, tras meses de mutismo, rompía su silencio concediendo su primera entrevista.
Las palabras del actor durante su testimonio para el documental de HBO sobre el crimen, ponían de relieve varias cosas sobre la vida personal de su hijo y la relación entre ambos. Lo cierto es que Daniel, de veintinueve años y único hijo de la relación que mantuvo Rodolfo con Silvia Bronchalo, tenía una cierta proyección previa, y, analizando lo ocurrido en estos meses, pueden destacarse distintos cambios, en ámbitos diferentes.
Daniel Jerónimo Sancho Bronchalo nació el 11 de junio de 1994, y puso fin a la saga familiar de actores de la que habían formado partes sus padres (que lo tuvieron siendo muy jóvenes), pero también su abuelo, el mítico Sancho Gracia. En su lugar, optó por estudiar Dirección y Administración de Empresas, hizo un máster en una escuela culinaria de prestigio, y se centró en este sector. Su labor como chef, que compaginaba como socio de una empresa de cátering, y de la que también dada cuenta en su canal de YouTube, fue lo que le dio una cierta exposición pública.
La mencionada detención ha dado paso a una realidad radicalmente distinta para él. Son ya nueve meses los que lleva recluido en la prisión de Koh Samui. En estos meses han sido muchas las informaciones que se han difundido sobre su nueva realidad. Él mismo aclaró su situación hace unas semanas, en una entrevista para la agencia EFE, explicó que no era una cárcel masificada y que había buen ambiente. "No hay ningún tipo ni de violencia ni de drogas". Su propio padre explicó en el citado documental que Daniel está "muy bien cuidado por gente tremendamente amable". El chef ha recibido varias visitas de sus padres, y puede hacer tres videollamadas al mes.
En el día a día, Sancho comparte celda con medio centenar de personas (tras la remodelación del módulo en el que se encuentra), durmiendo en el suelo o en una colchoneta. En ella pasa unas catorce horas al día, desde las cuatro de la tarde hasta las seis de la mañana. El tiempo transcurre entre la práctica del muay thai (al que ya era aficionado anteriormente), el yoga y la lectura, que, según sus propias palabras, ha retomado intensamente tras años sin leer, así como la escritura o las conversaciones con otros presos (particularmente, otro español y un británico) Daniel, como revelaba 'Vamos a ver' hace unos días, ha recuperado su vocación culinaria trabajando, de vez en cuando, en la cocina de la prisión.
El joven, debido a su pertenencia a la mencionada familia, había tenido una cierta proyección en el pasado. Ya fotografiado y grabado en vídeo junto a su abuelo siendo un bebé, con el paso de los años hemos podido verle en algunas ocasiones con su padre, con el que mantenía un vínculo estrecho, en algunos eventos públicos.
Ya tras conocerse el crimen se popularizó un aspecto distinto, con melena rubia y estética surfera. Con el paso de los meses, le hemos visto, fugazmente, en sus llegadas a prisión en furgón policial o en el interior de los juzgados, evidenciándose su cambio físico: más delgado, con el pelo rapado primero y corto y castaño después, y algo de vello facial.