Dice que está harta de que le pregunten siempre por lo mismo. Que eso de recordar aquel hito que fue competir en Miss Universo siendo una mujer trans ya está muy visto. De ahí que Ángela Ponce se sienta más cómoda al hablar del antes y el después de aquello. De cómo su encuentro con la moda le ayudó a reconciliarse con su identidad después de probar con la peluquería y hasta con la informática. Del rechazo que sintió cuando un cirujano se negó a operarle el pecho porque no quería como pacientes a "falsas mujeres". O de la revictimización que sufren ahora tanto ella como el colectivo para el que es referente cuando un sector del feminismo se dirige a ellas como "hombres". Una humillación por la que no creyó que tendría que volver a pasar en 2022.
Pero para eso está ella, para darle visibilidad a su propia lucha y la de las que vienen detrás. Esto de que Ángela es un ejemplo a seguir deja de ser un lugar común al ver el brillo en los ojos de una joven trans que se acerca a ella para darle las gracias al conocerla. Ocurre en el centro de estética en el que esta joven y otras mujeres trans están recibiendo formación gracias a una iniciativa de Pantene de la que Ponce es embajadora. La intención de ambas partes es darle voz a la precariedad laboral del colectivo, cuya tasa de desempleo es de un 85%. Y también recordarnos por qué esa T que forma parte de las siglas LGTBIQ+ sigue estando en el "subsuelo" de la escala social.
Pregunta: ¿Pesa eso de tener que ser un ejemplo para el colectivo, que te vean como un referente?
Respuesta: Que me vean como un modelo a seguir es algo muy positivo para mí porque cuando yo era pequeña no tuve muchos espejos en los que mirarme. Que yo ahora sea esa persona con la que otra pueda sentirse identificada, la prueba de que sus metas reales se pueden cumplir, me parece algo superbonito.
P: ¿Qué tal llevas eso de que el término trans te acompañe siempre? Que digan: Ángela Ponce, modelo trans. ¿Lo ves injusto o lo entiendes como una herramienta para visibilizar al colectivo?
R: Cuando empecé a ser más conocida profesionalmente no me importaba la etiqueta trans porque es lo que soy, no puedo negarlo. Es una característica, y es lo que quiero que la gente entienda, que ser trans es una rama más del árbol que soy como persona. Lo que sí me molesta es que se exprese mal, que hablen de mí como 'el transgénero que participó en Miss Universo' o 'la transgénero de Pantene'. Antes que eso soy una persona, no hace falta meter con calzador en un titular que soy trans, sobre todo cuando no es relevante.
P: Comenzaste formándote como peluquera, como las chicas a las que Pantene está dando una oportunidad profesional. Hubo un día en el llegó la posibilidad del modelaje, y así hasta hoy, pero para llegar a este punto has tenido que pelear mucho. ¿Qué obstáculos viviste en lo laboral en el pasado?
R: Antes de ser modelo hice muchas cosas, desde informática hasta peluquería. Pero no me hallaba, no me encontraba en ningún lado, iba dando palos de ciego hasta que di con la moda. A partir de ahí por fin me sentí cómoda, en mi mundo, haciendo lo que realmente me gustaba. Fue una etapa de descubrimiento en mayúsculas, porque me descubrí a mí misma, mi identidad y el camino que iba a seguir en la vida desde entonces.
P: Para aquellos que no sean conscientes de la situación crítica que sufre el colectivo trans, me gustaría que tú, como activista y parte del colectivo, explicases a lo que os enfrentáis.
R: El colectivo, sobre todas las mujeres trans, nos enfrentamos a muchísimos prejuicios. La tasa de desempleo en mujeres trans es del 85%, y eso es para echarse las manos a la cabeza. Son personas que tienen una vida, que tienen que comer, que tienen que pagar igual que todos los demás, y esta situación ha provocado que vengamos de unos años en los que la única salida que tenías por ser trans era la calle, dedicarte a la prostitución.
En el momento social en el que estamos esto no puede seguir pasando. No hablamos solo de que hagan falta empleos para las mujeres trans, sino también oportunidades, porque la mayoría de veces nos encontramos con casos de personas que parten de que su familia no les acepta, que no han podido acceder a una formación, que en el colegio les han hecho bullying, que han estado años queriendo escapar de una realidad, que han huido de su país... Tener un empleo es vital para poder ser libre, por eso hacen falta iniciativas como esta de Pantene.
P: En este ejercicio de sobreponerte a todo entiendo que tuvo que ver el apoyo que siempre tuviste por parte de tu familia, ¿verdad?
R: En el ámbito familiar considero que he sido una persona afortunada en mayúsculas. Tener una infancia traumática o una infancia feliz condiciona mucho el desarrollo de tu vida, y yo he tenido ese apoyo. Mi padre y mi madre siempre me han ayudado en todo, también en lo profesional. Cuando yo estaba empezando, si me tenían que llevar a la otra punta del mundo me llevaban. A ellos no les importaba a qué me dedicase o cuál fuese mi identidad. Ellos lo que querían era que fuese feliz, que fuese buena persona.
P: Ahora, a mayores del odio que siempre ha recibido el colectivo trans, estáis viviendo otro caso de discriminación con un sector del feminismo que os niega como mujeres. ¿Tú como lo estás viviendo?
R: Para mí eso no es feminismo. Que haya parte del movimiento que sea transexcluyente me parece un atraso total, porque si damos dos pasos lentos hacia delante y cinco hacia atrás no vamos a poder avanzar nunca. Su principal problema es que son incapaces de vernos y reconocernos como mujeres, de ahí viene el fallo. Cuando me miran están viendo a un hombre, y el feminismo sin las hermanas trans no es feminismo.
Nosotras no solo nos enfrentamos a todo lo que se enfrentan las mujeres cis, sino que tenemos un añadido como personas trans. Esto implica más impedimentos, más baches en el camino. En la escala social, las mujeres trans somos el subsuelo, estamos por debajo de los gays, de las lesbianas, incluso del hombre trans. Somos lo peor visto socialmente, por eso creo que el movimiento feminista tendría que abrazarnos.
P: Este rechazo del que hablas me recuerda a lo que viviste cuando fuiste a un cirujano y casi te echa de su clínica diciendo que no iba a operar a una "falsa mujer". ¿Cómo recuerdas esto?
R: Yo he vivido situaciones muy bruscas en mi vida, como cuando decidí que quería operarme el pecho para tener más del que tenía ya de por sí después de tomar las hormonas. Me recomendaron varios cirujanos y una vez fui a una consulta con mis padres. Todo fluía bien hasta que tuve que contarle que estaba en tratamiento porque soy una mujer trans. Directamente tiró el bolígrafo y me dijo que no me iba a operar, que no creaba falsas mujeres.
Esto me chocó tanto que me levanté, le di la mano y los buenos días y me fui. Ya después, en la calle, mi padre, mi madre y yo explotamos al ser conscientes de lo que acabábamos de presenciar. No fuimos capaces de asimilarlo en el momento de lo chocante que fue. El derecho de admisión existe, pero es un ejemplo de que esta parte de la sociedad sigue estando ahí. Mi padre decía: 'Que pongan un cartel en la puerta que diga que no se admiten perros ni personas trans'.
P: Y como mujer que entiende lo complicada que es vivir una infancia trans, ¿qué les dirías a aquellos que a día de hoy hacen mofa del lenguaje inclusivo?
R: Primero vino el movimiento gay, luego el de dar visibilidad al colectivo trans, y ahora estamos dando voz a otras identidades que quieren que se les trate con lenguaje inclusivo porque así es como se sienten. Creo que esto es una lucha que va a seguir estando ahí, y hacen falta personas visibles que hagan entender al mundo que esto no es ningún capricho sino que es una cuestión de respeto. Yo soy la primera que mete la pata en este sentido, al final es algo que tenemos que hablar y practicar, ¿pero qué cuesta ayudar a esa persona que te lo está pidiendo porque lo necesita para ser feliz?
P: Tu camino como activista trans comenzó cuando participaste en Miss Universo. ¿Cómo justificarías que los concursos de belleza sigan existiendo en 2022?
R: Yo creo que los certámenes de belleza tienen su parte buena y su parte mala, igual que otras tantas plataformas. A veces me han hecho sentir que mi activismo no era tan bueno o tan aceptado como el de una actriz o una cantante por ser modelo y haber participado en concursos como Miss Universo. Al final estamos hablando de una plataforma que me ha permitido educar, visibilizar, dar voz a la causa. Y formar parte de esto también está dentro de la libertad de la mujer. Yo no siento que cosifique a la mujer por estar ahí. Yo lo decido.
Ahora parece que por tener unas medidas, unos tacones y unas extensiones eres menos válida que la que va a la manifestación con la cacerola en chándal. Y las dos mujeres luchamos por lo mismo pero desde diferentes sitios. Señalar a los concursos de belleza es equivocado, porque si queremos transmitir el mensaje de que por ir con minifalda, con un escote hasta el ombligo o con el pecho al aire no me tienen porqué violar por la calle, tampoco tenemos que hacer sentir mujeres de segunda a mujeres que deciden desfilar en bañador en un certamen para representar a su país. ¿Que la belleza es efímera? Sí. Pero a mí se me permitió estar ahí siendo trans y eso es un avance. Hay otros muchos campos sociales en los que no estamos y de los que no se habla.