#SiempreFuerte es su lema de vida desde que en marzo de este año comenzó su batalla contra el bicho. Esa que nos prometió que afrontaría con "amor y humor", su "mejor receta", y a la que pondrá punto y aparte este mes de agosto, fecha en la que "este mal sueño habrá acabado" y en la que Dani Rovira podrá retomar esa ansiada "nueva normalidad" de la que no le ha dejado disfrutar el cáncer. Hace apenas unos días celebraba el fin de la quimioterapia. Ocho sesiones repartidas en cuatro meses para acabar con ese dichoso linfoma de Hodgkin que le han dejado secuelas. Y de eso precisamente se ha reído en su último post de Instagram, donde ha comentado su cambio físico con un juego de palabras que ha vuelto a emocionar a sus fans.
Junto a una foto tomada desde el hospital, el humorista se hace una pregunta. "¿Usted desde cuándo espera?", plantea, colocando junto a la frase el emoji de una pera para echar una mano a aquellos que les cueste un poco más pillar esta broma en la que hace referencia a la forma de su cabeza. Más allá de las carcajadas, el protagonista de 'Ocho apellidos vascos' también ha recibido mucho mensaje de apoyo, como el de su colega Jorge Cremades, que le ha animado con el siguiente mensaje: "Te mandamos todas nuestras fuerzas. ¡Dale fuerte!".
Entre los comentarios también destaca el de Andrea Rodríguez, la escritora que fue pareja de Pablo Ráez, el "héroe favorito" de Rovira y del que tanto se ha acordado desde que le diagnosticaron esta enfermedad. De él tomó ese hashtag que se repite en cada una de sus publicaciones en redes sociales. Y de él también aprendió que "los retos están para superarlos y para que lo aprendido nos haga mejores personas".
Tras terminar la quimio, Dani se enfrenta a "la última pantalla del videojuego", como le gusta llamar a esta recta final del tratamiento contra el cáncer. El pasado 20 de julio inició la radioterapia, repartida en 18 sesiones, una cada día. "Aunque los linfomas han desaparecido, los médicos lo han decidido así para cauterizar y por precaución". Ahora, tras aprender a convivir con secuelas como la pérdida del pelo, el hecho de que las venas se le queden "duras como bridas" y que la cabeza parezca "la de un hipopótamo" (una prueba más de su sentido del humor), el actor afronta este último escalón con optimismo: "La vida me sonríe, pero siempre espero que me suelte carcajadas". ¡Mucho ánimo, Dani!