Mítico fue aquel "yo soy un perfumista que canta" que pronunció David Bustamante durante su último paso por La Resistencia. Echando mano del humor, el artista reivindicaba su enorme éxito en el mercado de las colonias, una pata más en su merchandising con la que ha superado a cualquiera de sus compañeros de gremio. Con casi quince variantes de la fragancia que lleva su nombre en venta, el cántabro definió esta como su principal fuente de ingresos, asegurando que "cada 30 segundos se vende" uno de sus perfumes y lamentando que esto no suceda con sus discos. Unas inesperadas declaraciones sobre su situación económica que ahora, con un tono más serio y reivindicativo, ha ampliado en una entrevista para El País.
Con motivo de su debut actoral como protagonista de 'Ghost', el musical que llevará la cinta a los teatros de la Gran Vía de Madrid y en el que dará vida a Sam Wheat, el icónico personaje de Patrick Swayze, a Bustamante se le ha preguntado si sigue considerándose 'clase obrera'.
Desde que empezó en la música allá por el 2000, esa coletilla de 'se bajó del andamio para subirse a los escenarios' le ha acompañado cada vez que se hacía referencia a sus humildes orígenes en San Vicente de la Barquera, su tierra, esa donde soñaba con cantar mientras ejercía de albañil.
Su "pues claro que sí" como respuesta deja claro su punto de vista, que parece no haber variado por muchos discos de platino, focos o éxitos que se haya topado en las dos décadas posteriores a aquello. "Yo sigo siendo clase obrera, igual que toda mi familia. Meto más horas que nadie, viajo, me esfuerzo, me duele todo el cuerpo porque debo estar en forma para ofrecer buena calidad en mis conciertos", ha reivindicado.
David Bustamante, al que se podría presumir una situación financiera más que holgada, no solo se define como artista, también como "un autónomo que lucha, que las ha pasado canutas en la pandemia, a quien nadie le ha regalado nada ni tiene un apellido noble ni un sueldo vitalicio ni ayudas de ningún tipo". Por mucha fama que haya ganado con su trayectoria, su conclusión vital es muy simple: "Aquí o curro o se acabó".
La primera parte de la pandemia, una etapa que recuerda como "terrible" por lo que supuso el confinamiento en lo laboral y en lo personal, la relaciona con "el momento más oscuro de su vida". No solo por esas complicaciones económicas, también por ver cómo tenía "que aplazar una gira y estar tanto tiempo sin subir al escenario", "sin ver a mi gente, al público". "Corría del salón a mi habitación como un loco", ha confesado. Una situación "realmente dura" que, más allá de sus cuentas, le ha hecho llegar a una reflexión: "Al final uno se vuelve adicto al aplauso sin darse cuenta. Por eso en esta profesión nadie se quiere jubilar".