Elena Tablada está a punto de cerrar uno de los años más complicados de su vida. La diseñadora de moda, que perdió a su padrastro a principios de junio, no es un rostro que frecuente con asiduidad la noche madrileña, pero exprime las noches cubanas del restaurante que tiene Javier Ungría, su pareja, para desconectar de la agotadora rutina. Ha sido aquí donde ha atendido a la prensa que esperaba su llegada para hacer balance de un 2021 que acaba de manera accidentada.
La empresaria reaparecía con una tirita en la parte superior de la nariz. El reportero de Europa Press, impactado con su imagen, le ha preguntado qué ha sucedido. Y ella, entre risas, ha explicado la razón por la que cubre sus puntos con un apósito: “Pues nada, nos fuimos a Panamá a una boda y pues unos amigos jugando con unas lámparas, explotó el cristal de la bombilla y me dio aquí. Así que nada, acabo el año así, con costuras”. Afortunadamente, el cristal no impactó contra sus ojos, que hubiese sido mucho más peligroso, por lo que pese a todo está agradecida.
“Bueno ha sido un año duro, duro la verdad y ahora lo acabo con una brecha aquí”, señalaba. Aun así, Elena prefiere quedarse con lo bueno vivido: “Lo más maravilloso es poder terminar el año con los que lo empezamos. Es lo que siempre pedimos, que podamos acabar el año otra vez con la gente que lo hemos empezado”. Con su entorno, su familia más cercana, pasará estas fechas tan especiales: “Soy una loca de las navidades de toda la vida. Yo pongo el arbolito el uno de noviembre. Lo vamos a pasar en familia más reducida, mi hermana, mi mamá, los niños y la verdad muy familiar y tengo muchas ganas”.
Sus dos hijas, Camila y Ella, han heredado su pasión por la Navidad: “Sí, yo no sé si Ella todavía se lo inventa. Tiene una ilusión con el elfo que se cambia de sitio cada dos por tres así que, bueno, que igual es el último año y vamos a disfrutarlo”. Aprovechando la ocasión ha destacado la figura de su primogénita como hermana mayor: “Ella ya cumple doce y es una señorita”, explica.
Aunque asegura que sus responsabilidades son limitadas y cuida a su hermanita únicamente en ocasiones puntuales: “Yo creo que a esas preadolescentes… va mucho a sus bailes, sus cosas, cuando se tiene que ocupar se ocupa y cuando no, no. Es que a ella tampoco le corresponde hacer el rol de madre, que es duro”.