Aunque la pandemia está poniendo las cosas igual de complicadas que el año anterior, la ilusión por volver a rencontrarse con la familia y los amigos por Navidad es la misma de siempre. Millones de personas se desplazan por toda España para vivir estas fechas junto a su entorno más cercano. Ese es el caso de María Castro, que puso rumbo a Vigo junto a sus dos hijas para reunirse con sus padres. “Ya en casita de ‘los papás’… y después del SUSTAZO de ayer, nunca celebré tanto el ‘vuelve a casa vuelve”, respiraba aliviada a su llegada después de un viaje marcado por el pánico.
El asunto ya pintaba ajetreado, como ella misma señala en un post. La actriz viajaba sola con las niñas –su marido tenía que quedarse en Madrid trabajando- y tenía que tomar dos aviones hasta llegar a su tierra natal. “Yo echada ‘palante’ siempre, voy y me embarco con las dos. Somos de que se adapten en la medida que se puedan a los planes… que vean mundo, que prueben, que experimenten”, justificaba su decisión.
El primer vuelo transcurrió con normalidad, de hecho, Maia ejerció de hermana mayor y de la mejor compañera de viaje. Sin embargo, el miedo invadió su cuerpo en el segundo aterrizaje. “A un metro de tocar Vigo y después de muchísimo meneo, los motores del avión vuelven a rugir y con un impulso violento, otra vez despegamos hacia algún lugar. ¿Dónde? No lo sé. ¿Por qué? Tampoco lo sabía porque no suelen dar muchas explicaciones cuando hay caos. ¿Hasta cuándo? Ni idea tampoco”, relataba Castro, cuya odisea acababa de comenzar en ese mismo instante.
“Creo que Maia también intuyó mucho que por mucho que preguntase, no iba a tener una respuesta real. No dijo ni mu, me dio la mano y se dedicó a mirar al frente, expectante”, recordaba la postura de su primogénita. “Entonces Olivia se despierta y ajena a todo, quiere salir de su atadura. Maia se marea. Yo sin bolsa. Yo me mareo, pero paso de oír a mi cuerpo, no era momento”, se olvidaba de sus sensaciones para centrarse en relajar a las dos pequeñas.
“Abro el aire, recuesto ligeramente a Maia, le acaricio la cabeza tratando de que se duerma, para que se le pase más rápido y el mareo se esfume, y así solo tenga una en combate para el próximo intento de aterrizaje. A Olivia, le ‘casco’ dibujitos del móvil, que en esos momentos lo que sea con tal de ‘sobrevivir’… nunca mejor dicho. Y yo, aguanto las lágrimas como puedo”, comentaba las medidas que tomó para que el miedo no invadiera a sus hijas. “No podía parar de pensar en Jose. ¿Y si nos pasaba algo? ¿Y si todas las complicaciones que pensé a priori en el viaje, se quedaban en nada al lado de lo que podía pasar? Son tan pequeñas… y yo me sentí tan pequeña también”, reflexionaba.
Finalmente, “en un segundo intento de aterrizaje que no olvidaré nunca, lo conseguimos”. Aplauso y ovación generalizada al tocar tierra. “Temblor de piernas oculto por mi parte. Y abrazo inmenso a las dos, cuál mamá gallina, siendo solo una durante unos instantes. ¡Qué miedo! Ojalá fuese una inocentada, pero no", no olvidará nunca un calamitoso episodio que puso los pelos de punta a seguidores y amigos. “¡Qué tremendo! Parecerá nada, pero con hijos todo se hace un mundo, aquí una servidora te entiende perfectamente”, se ponía en su lugar Elena Furiase.