El padre de Octavi Pujades fallecía este domingo a los 92 años tras una larga enfermedad. “Este mediodía nos ha dejado mi padre. Se ha ido en casa, donde él quería estar. En paz”, explicaba, roto de dolor, el actor, que era consciente de que Joan, el ‘patriarca’, se había ganado el afecto de sus seguidores. “Muchas gracias a todos por las muestras de cariño que le habéis dado por aquí, de las que era consciente y que le han alegrado en sus últimos años. Descansa, pare. T’estimo”, acompañaba sus palabras con una fotografía de su padre de joven en blanco y negro.
Fue a principios de año cuando el intérprete sacó a su padre de la residencia en la que se encontraba para que se instalara en su casa. “Yo tengo mis dudas de que sea la mejor opción por los cuidados que necesita y a pesar de que hoy viene el nuevo cuidador; pero es lo que él quiera, y lo vamos a intentar”, cumplía el deseo de su progenitor, que aún estaba recuperándose de varios baches médicos, como una operación de cadera, un contagio de coronavirus y una rotura de fémur.
Octavi, en estas últimas semanas, no ocultaba que su padre se encontraba muy débil. “El patriarca está muy flojito ya. Y esta es la única cena de esta semana en la que estoy en casa, así que hay que estar por él y, sobre todo, ponérselo bien fácil. Bocadillo de tortilla, batido de proteínas y, de remate, yogur. Al menos va comiendo… Esto de hacerse mayor es una lata, de verdad”, se apenaba el catalán, que en estos últimos años ha protagonizado un sinfín de escenas con él en su perfil, algunas muy reales y duras, pero otras divertidas que sacaban la sonrisa de sus más de 300 mil seguidores.
Joan se ha ido rodeado de sus seres queridos, que le han brindado su amor hasta el último de sus días. Hace exactamente tres semanas, su hijo compartía el premonitorio sueño que había tenido con su madre, fallecida hace 20 años. “Estábamos en la habitación de mi padre en el hospital. Ella aparecía por la puerta y se ponía a los pies de su cama. Yo me levantaba, me cogía de la mano, miraba a mi padre con una sonrisa llena de cariño y melancolía y le decía: ‘ay, Joan. Ya te toca descansar”.
El actor, que no se tomaba esto “como una señal” al no creer en este tipo de cosas y tener plena confianza en la “granítica naturaleza” de su padre, daba de la razón a su progenitora tras varios y largos días en el hospital sin pegar ojo: “Siempre fue una persona cabal y sensata, el perfecto contrapunto a la personalidad sanguínea de mi padre, y no se puede negar que incluso ahora, veinte años largos después de su fallecimiento, sigue teniendo más razón que un santo. Ay, un descanso. Cómo lo necesitamos”.