Vuelta a la normalidad. A las sesiones de fotos, las conversaciones y los encuentros con viejos amigos. Así se ha sentido Sara Carbonero tras convertirse en portada del último número de la revista Elle, donde ha ofrecido una entrevista en la que pone sobre la mesa esas pequeñas grandes lecciones que se lleva de este convulso último año.
Mayo de 2019 fue el mes en el que arrancó su "lucha" contra el cáncer. Tras ser intervenida de un tumor maligno en el ovario, la presentadora inició "un camino duro" pero con "final feliz" del que ha salido reforzada. Ya nos lo ha ido demostrando durante estos últimos doce meses en los que su Instagram se ha convertido en un recopilatorio de aprendizajes vitales. Y tras enfrentarse a una pandemia que le ha permitido parar a pensar, su capacidad de reflexión se ha multiplicado.
Aunque asume que la vida no le ha enseñado nada que no sabía, sí que tiene claro que esta revolución personal le ha recordado "que no se puede controlar todo y que hay que vivir el presente intensamente". Con los obstáculos que ha tenido que superar en el último tiempo, Sara Carbonero ha descubierto que "el día empieza de otra manera" cuando nos despertamos y enumeramos "al menos tres cosas que tenemos y por las que nos consideramos unos privilegiados".
Esto le ha ayudado a mantener ese optimismo que hoy reivindica con fuerza. Pero aún hay más. "Hace poco descubrí la meditación, y me ha cambiado la vida. Medito y practico ejercicios de respiración diariamente, es algo que recomiendo muchísimo: tener ese ratito de estar a solas con nosotros mismos para plantearnos qué queremos en la vida, para aprender a escucharnos", ha expresado.
Leer, ver series, recuperar esos momentos de sofá y manta con Iker, Martín y Lucas Casillas... El encierro no ha sido un problema para Sara Carbonero, a la que siempre le ha gustado pasar tiempo en su casa de Oporto. En este parón, la periodista ha podido disfrutar a tope de esa #slowlife de la que tanto nos habla en Instagram. Y entre sus nuevos descubrimientos ha estado 'Vivir', la canción de Rozalén y Estopa sobre el cáncer que supone una inyección de buen rollo para las personas que, como ella, han tenido que pelear contra la enfermedad.