Para lucir una piel sana y bonita, además de cumplir las reglas de oro basadas en un buen descanso, hidratación y una alimentación equilibrada, también hay que tener en cuenta los productos que se incluyen en el neceser. Sin embargo, más allá de las cremas, cosméticos y el makeup, un punto fundamental reside en el desmaquillante. Un producto al que no se le suele prestar la atención que debería y sin el cual resulta imposible que el cutis se mantenga completamente limpio y fresco.
Ahora bien, más allá de las toallitas, que aunque resulten la salvación de las más perezosas, no son el método más adecuado, hay una amplia gama de opciones cuya elección reside en el tipo de piel de cada una. Porque igual que no se utiliza la misma crema si se tiene mixta o seca, lo mismo sucede con los desmaquillantes.
El motivo principal para utilizarlo, desde el punto de vista dermatológico, según explica Raquel González, cosmetóloga y directora técnica de Perricone MD, reside fundamentalmente en dejar el poro completamente limpio para que se oxigene. “La manera correcta de retirar el maquillaje y el SPF pasa siempre por hacer un ritual de doble limpieza. En este ritual, primero usaremos un producto desmaquillante y luego un limpiador. Con el primero, conseguiremos más arrastre y retiraremos el maquillaje más resistente. Con el limpiador, normalmente en formato gel, retiraremos el resto de impurezas que tenemos en el rostro”, comienza diciendo y añade que “si solo usáramos un limpiador en gel, es probable que no consigamos eliminar bien el maquillaje, ya que son a base de agua y tienen menos afinidad con el maquillaje y el protector solar, que suelen tener una base más oleosa. Puesto que el agua y el aceite se repelen, las impurezas oleosas deben retirarse con productos a base de aceite”.
Para entender este concepto Elisabeth San Gregorio, directora técnica de Medik8, lo cuenta de una manera muy gráfica. “Solemos hacer el símil con el gesto de barrer y fregar. Si fregásemos el suelo de nuestra casa sin haberlo barrido antes, la suciedad no se retiraría por completo. Pues bien, en nuestro rostro, el barrer es el primer paso de limpieza y el fregar es el segundo, con un gel. Con un desmaquillante conseguiremos retirar sustancias más resistentes, mientras que con un gel eliminaremos otras impurezas que pueda haber en el rostro, como la suciedad o el polvo que se deposite a lo largo del día”.
Ahora bien, la cuestión más importante llega a la hora de dar con el desmaquillante que mejor se adapte al tipo de piel. Para salir de dudas, Sonia Ferreiro, cosmetóloga y biotecnóloga de Byoode, comparte los puntos más importantes a tener en cuenta.
Puntualiza que casi todos tienen en común la base lipídica para poder deshacer y arrastrar el maquillaje. Dentro de esos desmaquillantes, cuenta que los hay en formatos como la leche desmaquillante, los bálsamos o los aceites y esto solo va un poco ligado más a gustos que a necesidades. “Lo que sí puede ser mucho más personalizado al tipo de piel es el tipo de ingredientes que complementan esos aceites o el uso de aceites que se adapten a las necesidades de cada uno. Por ejemplo, en pieles mixtas o grasas, el uso de aceites como el de sésamo negro o el de jojoba ayudan a equilibrar la producción de grasa y evitar los procesos acneicos. En cambio, para pieles más secas, ingredientes como las mantecas de karité pueden beneficiar para contrarrestar y evitar la sequedad”.
Por último, no habría que olvidar siempre, al terminar este proceso, completarlo con una buena rutina de limpieza e hidratación en la que se incluya un tónico, sérum y la crema habitual.