Nuestro ritmo frenético de vida ha impulsado un deseo de recuperar la conocida slow life en todos los sentidos. La moda y la comida se encuentran entre los principales focos de atención de esta forma de entender el mundo donde las prisas no tienen cabida. Y en ese camino hemos descubierto que nuestras rutinas de belleza también necesitan una revisión. Por eso el movimiento slow skincare es la tendencia beauty que hace frente a ese afán imperante por obtener los mejores resultados aquí y ahora. Te contamos en qué consiste y por qué te interesa sumarte a esta forma de entender la belleza y el cuidado de la piel.
No ha sido de un día para otro, pero parece que al fin somos conscientes de que lucir una piel cuidada y radiante no es (solo) cuestión de invertir en cremas. La piel es nuestro órgano más grande, y su cuidado depende de nuestro estilo de vida en todos los sentidos. Nuestra forma de alimentarnos, la calidad del sueño, el estrés o el ejercicio físico son factores de influyen, y mucho, en el aspecto de nuestra piel. El slow skincare o slow beauty apuesta porque el cuidado de la piel se merece su propio tiempo y hacer de él una experiencia ritual que nos beneficie en diferentes sentidos. Y, como consecuencia de estos, no esperar resultados inmediatos.
No podemos negarlo, todas adoramos los productos flash que en cuestión de segundos son capaces de transformar nuestra piel cansada y apagada por otra más tersa y luminosa. Ahora bien, sabemos que, como al igual que la carroza y el vestido de Cenicienta vuelven a ser una calabaza y harapos al llegar la medianoche, también nuestro rostro deja a un lado los efectos de estos productos milagro al cabo de unas horas. Lo que hagamos hoy por nuestra piel lo apreciaremos a medio y largo plazo, y eso nos conecta con la paciencia, eliminando las prisas de nuestra rutina de cuidados.
En primer lugar debemos conocer el estado de nuestra piel, saber si es grasa o seca, sensible, con manchas, rosácea… Y, por supuesto, tener en cuanta nuestra edad. A partir de ahí debemos elegir los productos que mejor le vayan, los que la respeten en el presente y nos permitan disfrutar de unos buenos resultados en el futuro. Por mucho que queramos ver cambios de la noche a la mañana, los efectos de aplicar determinados activos en la piel, como el retinol, la vitamina C el ácido hialurónico, tardaremos en ver cómo actúan sobre ella. Algunos cambios los notarás en un mes, otros en tres meses y algunos en medio año.
Por otro lado, tomar conciencia de tu rutina de belleza, concederle su tiempo y espacio, convirtiéndolo en un momento de placer para ti es esencial. No es algo que debas hacer a toda prisa, sino con mimo y atención, porque tu piel se lo merece, tú te lo mereces y todo influye a la hora de sentirnos mejor tanto por dentro como por fuera. Y sin olvidar, que los cuidados que te concedas no son aislados, sino que, como te decíamos al principio, deben ir acompañados de un estilo de vida saludable, en el que el tiempo que te dedicas a mimarte sea tan prioritario como el que dedicas al resto de obligaciones del día a día.