No a los refrescos y sí al desayuno: cinco sencillos cambios en tu dieta que te ayudarán a perder grasa
Para perder peso y grasa corporal no hay que pasar hambre, sino que debemos sustituir ciertos hábitos de vida por otros más saludables.
Para perder peso, lo más importante es no pasar hambre. Esta oración tan sencilla resulta complicada de asumir para muchas mujeres, acostumbradas a embarcarse en las infernales dietas estrictas y en programas de ejercicio físico que hacen temblar al soldado más veterano. Al final, la dieta acaba abarcando toda tu vida y termina consiguiendo lo opuesto a lo esperado: en lugar de bajar la cifra que aparece en la báscula, la moral y la disciplina caen como un castillo de naipes y acabas tumbada en el sofá, llorando y con la autoestima por los suelos, viendo una serie malísima y tomando helado de chocolate con cuchara sopera.
Vale, igual estamos exagerando, pero ¿quién no ha empezado una dieta en lunes y la ha abandonado antes del viernes, incapaz de alcanzar los compromisos desorbitados que exigen estos programas de pérdida de peso? Estas dietas son casi siempre un desastre de proporciones meteóricas, que no solo no rebaja el peso, sino que asesta un duro golpe a nuestra salud mental. Por eso, los expertos coinciden en recomendar hábitos de vida saludables que puedan mantenerse en el largo plazo. En definitiva: comer mejor y moverse más, pero siempre adecuándose a las exigencias y el ritmo de vida de cada persona.
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Lo más importante es apartar los hábitos de vida menos saludables y sustituirlos por rutinas realistas y buenas para nuestra salud, que nos permitan adelgazar y mejorar nuestra salud. ¿Quieres perder grasa corporal y mejorar tus hábitos? En ese caso, sigue leyendo: aquí van cinco consejos que te ayudarán a conseguirlo.
No a los refrescos (ni siquiera los light)
Los refrescos y, en general, los alimentos muy procesados ayudan muy poquito a bajar de peso. Por norma general, son productos de baja calidad, que aportan muy pocos nutrientes y vitaminas y muchas grasas saturadas. Eso aplica también para la versión light de los mismos, que, aunque promete el oro, son iguales o tan nocivos como su edición normativa: sus edulcorantes artificiales ‘engañan’ al cuerpo y le hacen pensar que ingiere azúcar y aumenta sus niveles de insulina, aunque solo aparece en forma de grasa abdominal.
Todo al grifo
Te lo decía tu madre y te lo repetimos nosotras: la hidratación es el primer paso hacia una vida más saludable, una piel más brillante y un tránsito más regular. En ocasiones, el ritmo del día a día hace que nos olvidemos de beber agua, cuando lo recomendado para un adulto es consumir al menos dos litros diarios. Lo mejor es llevar una botella reciclable (una opción de moda y sostenible) y rellenarla varias veces al día, aunque puedes completar este punto con zumos de frutas y hortalizas naturales.
Calcula las raciones
La mayor parte del tiempo cocinamos más de lo que vamos a consumir, por lo que terminamos comiendo más de lo planeado. Para evitarlo, ve al supermercado con la lista de la compra hecha (así evitarás los arrebatos de última hora y ahorrarás) y pesa bien las cantidades de comida antes de echarlas en la olla.
¡Desayuna!
El refranero español, siempre bien surtido, recomienda un desayuno completo mejor que nosotras: “Desayuna como un Rey, almuerza como un Príncipe y cena como un mendigo”. Llevar a cabo un desayuno completo y equilibrado proporciona la energía y los nutrientes necesarios para que la mañana se lleve a cabo sin problemas, como respaldan decenas de estudios. La avena y el aguacate son buenas opciones, completas y equilibradas, para comenzar el día.
Modera el alcohol
En la medida de lo posible, evita el alcohol, especialmente los de más graduación, ya que solo aportan calorías vacías y azúcar a raudales. Si vas a salir y quieres tomar algo con alcohol, lo mejor es optar por una cerveza o una copa de vino.
Y si nada de esto funciona, no dudes en ponerte en manos de un especialista en nutrición y consultarle tu caso.