Los tratamientos que frenan y corrigen las muestras del paso del tiempo en la piel del rostro son los más demandados en los centros de estética. Retrasar la aparición de arrugas o eliminar las que ya están visibles es la base, además, de la mayoría de nuestros cuidados faciales en casa.
El bótox es el rey a la hora de hacer desaparecer las arrugas y líneas de expresión en el rostro, pero ahora, además, se utiliza para hacer que aparezcan más tarde. Se trata de una técnica conocida como baby botox y es el tratamiento antiedad preventivo de moda. Te contamos en qué consiste y en qué zonas del rostro se utiliza.
Podría decirse que es la versión reducida del bótox tradicional que, como ya sabrás, es una toxina con una acción paralizante en el músculo que se utiliza con fines médicos y estéticos. Mientras el bótox clásico se emplea para revertir las arrugas de expresión, el baby bótox se aplica para prevenirlas. Para ello se utilizan cantidades inferiores de esta toxina, consiguiendo un resultado muy sutil, que no altera la expresión de tu cara y la mantiene tan natural como siempre.
Y puesto que se trata de prevenir, la recomendación de los expertos es comenzar el tratamiento entre los 30 y 40 años, antes de que las marcas de expresión sean evidentes y requieran la dosis habitual de bótox para desaparecer. En cualquier caso, hay personas de más edad que pueden recibir el baby bótox, ya que no todo el mundo desarrolla arrugas por igual.
Aunque el modo de aplicación es el mismo que el del bótox, las cantidades, tal y como te contábamos, son inferiores. Para introducirlo en las zonas del rostro que lo necesitan se utilizan microinyecciones con una aguja muy fina para acceder al músculo que se vaya a tratar. El tratamiento puede tratar una media hora, no precisa ningún tipo de anestesia, y tras él puedes continuar con tu vida de manera habitual, ya que no deja marcas ni cicatrices de ningún tipo.
Lo ideal es que se infiltre la menor cantidad de bótox posible, y que a las dos semanas revisen los resultados en el mismo centro para ver cómo ha evolucionado el tratamiento y valorar si es necesaria una nueva infiltración.
Ya que este tratamiento va dirigido a prevenir la aparición de arrugas y marcas de expresión, se aplica allí donde suelen aparecer antes y se hacen más visibles: la frente, el entrecejo, las patas de gallo y la zona que rodea a los párpados.
Es cuestión de horas que empiecen a hacerse visibles una vez realizado el tratamiento. En concreto, es a las 48 horas cuando se aprecian los primeros cambios en el rostro, pero los resultados definitivos llegarán a los 12 días. Por eso es recomendable esperar dos semanas para realizar cualquier tipo de retoque. Después, el efecto puede mantenerse hasta 6 meses, aunque eso va a depender siempre de cada persona y de la calidad de su piel.