Han pasado más de veinte años desde que Diana de Gales nos dejó, pero eso no ha impedido que siga siendo un referente de estilo en la actualidad. La mujer que encandiló al mundo entero con su actitud (y también con su estilo) está hoy más presente que nunca gracias a la serie británica “The Crown”, que le dedica gran parte de su atención en su última temporada. Y esto ha provocado que volvamos a poner la mirada sobre ella y que nos hayamos quedado prendados, entre otras cosas, con su maquillaje y preferencias beauty.
Sabemos de sobra el malestar de Diana dentro de su matrimonio o su conflictiva relación con Isabel II, razones que la llevaban a buscar su sitio y su manera de expresarse, dentro de lo permitido por la casa real, a través de la ropa, el peinado o el maquillaje. Y aunque su evolución con el paso de los años fue realmente espectacular, sigue teniendo un magnetismo especial el estilo tan personal que mostraba en los primeros años de su matrimonio con Carlos de Inglaterra.
Vamos a hacer un repaso por sus principales tips de maquillaje, que no deja de resultarnos fascinante, y del que a día de hoy todavía hay cosas que nos gustaría imitar.
El rasgo físico más destacado de Diana eran sus increíbles ojos azules, y era consciente de ello. Por eso buscaba destacarlos perfilándolos con un lápiz de ojos de color azul y así realzar su color natural. Esta forma de maquillarse se convirtió en todo un rasgo de identidad, incluso cuando dejó de utilizarlo.
Cuando la maquilladora Mary Greenwell comenzó a asesorar a Diana, le recomendó abandonar el eyeliner azul y sustituirlo por un tono neutro, como el marrón. Así, además de ir más favorecida, la princesa mostraría una imagen más correcta, acorde con la desorbitada atención mediática a la que estaba constantemente expuesta.
Esta era, junto al eyeliner, la otra obsesión de Diana. En su afán por resaltar sus ojos sabía el gran poder que tienen unas pestañas tan largas como las suyas si llevan varias capas de máscara de pestañas. Y aunque terminara cediendo al cambiar el color de su lápiz de ojos, no renunció nunca a una buena dosis de rímel. Eso sí, siempre luciendo sus propias pestañas, ya que en ningún momento sucumbió a la tentación de utilizarlas postizas.
A excepción de los ojos, el resto del maquillaje de Diana se caracteriza por la naturalidad y la discreción, tanto por su propio carácter, como por las directrices marcadas desde la casa real. Y sin duda fue esa naturalidad, es todos los aspectos, la que cautivó a millones de personas en todo el mundo.
Por eso no solía utilizar colores fuertes para las barras de labios, sin que eso significara que no se preocupara por su aspecto. De ahí que su elección más habitual para resaltarlos fuera el gloss, que aporta brillo y volumen, mostrando una boca jugosa pero sin estridencias.
Eso sí, aunque el gloss o los labiales rosados eran los que más le favorecían, no dudaba, sobre todo en los últimos años de vida, en utilizar un pintalabios de color rojo si la ocasión lo merecía.
Diana de Gales no solo era joven (o muy joven cuando se casó), sino que además lo aparentaba sin esfuerzo gracias a, entre otras cosas, usar una base de maquillaje apenas perceptible. El resultado era una piel fresca y saludable que se convirtió en uno de sus grandes atractivos. A día de hoy esto es algo que tenemos bien aprendido: huir de maquillajes que hagan un “efecto máscara”, que sean del mismo tono que nuestra piel y que la textura se funda con ella hasta resultar prácticamente imperceptible.
El toque de colorete es uno de esos gestos de maquillaje capaces de obrar milagros y darnos un acabado fresco, que nos permita lucir un buen aspecto con un solo golpe de brocha. Diana de Gales lo sabía y lo convirtió en uno de sus mejores aliados para aparecer siempre natural y bella, sin estridencias y sin colores llamativos.
Las mujeres de la casa real, siguiendo el ejemplo de la reina, solo utilizan esmaltes de uñas en tonos neutros, como el rosa claro. Cuentan que así hizo Diana durante años hasta que, en 1991, dejó de morderse las uñas. Este hecho animó a la princesa a dejarlas crecer y presumir de ellas, y nada mejor para hacerlo que utilizar un color rojo brillante, que acaparara todas las miradas. Por eso este tipo de esmalte se convirtió en su favorito siempre que tenía que asistir a un evento importante. Los tonos rojos, sin duda, siguen siendo un acierto a la hora de elegir un esmalte de uñas, porque se trata de un color tan elegante como atemporal.