Darse una ducha es algo más que común para todos nosotros. Lo llevamos haciendo desde que tenemos uso de razón por eso nunca se nos había pasado por la cabeza que pudiéramos estar cometiendo errores al ducharnos, además, siendo algo tan simple y rutinario como es ese ritual. Pero sí, hay muchos hábitos en la ducha que debemos dejar de hacer, muchos más de los que pensamos, y es que no se trata de manías o gestos que hagan que nos limpiemos peor, sino hábitos en la ducha que dañan el pelo y la piel.
Por supuesto no se trata de grandes errores garrafales ni gestos en los que nos hayamos podido parar a pensar en algún momento, sino que se trata directamente de pequeños detalles que quizás llevamos haciendo toda la vida sin darnos cuenta y juntos se construyen como motivos que están afectando a la salud y el aspecto de nuestra piel y pelo. Estos son algunos de ellos.
Una ducha caliente es un placer para cualquiera. Es reconfortante a más no poder y una forma de lo más efectiva para relajarse. No hay nada que una ducha caliente no cure. Bueno, sí, la piel y el pelo, en ellos consigue justo lo contrario. Ducharse con agua muy caliente hace que la piel no solo se enrojezca en el momento, sensibilizándose mucho más. Además, a la salida de la ducha se creará un contraste con la temperatura que se ha tenido en la ducha y la exterior que hace que la piel se corte y seque desescamándose. La piel se deshidratará mucho más rápido y con más facilidad que si nos duchamos con agua tibia.
El agua caliente se convierte en el mayor enemigo de todo nuestro cuerpo porque también lo es del pelo. Y es que, al igual que afecta a la piel del rostro y el resto del cuerpo, también hace lo propio con el cuero cabelludo. En este afecta desequilibrando su ph y, además, daña la cutícula del cabello.
La exfoliación de la cara no nos la saltamos jamás o al menos sentimos una especie de remordimiento cuando nos saltamos ese paso que debería cumplirse religiosamente una vez por semana. Pero con el cuerpo muchas veces ni se nos pasa por la cabeza. ¿Por qué si con la piel de la cara sí con la del resto del cuerpo no? Es necesario exfoliar la piel para que esta se regenere, se pueda hidratar y absorba los tratamientos siguientes, y se libere de las pieles secas y la desescamación.
Al frotar el pelo enérgicamente con la toalla lo que hacemos es dañarlo y hasta romper la cutícula, por eso, debe secarse a pequeños toques, tomando el cabello entre las manos restando humedad. Además, la toalla habitual no será la adecuada, debemos usar una toalla de microfibra, más suave, que sea más delicada con la fibra capilar.
Lo mismo ocurre con la piel. No se debe secar demasiado enérgicamente porque la piel sufrirá tanto como el pelo o más. Después de la ducha la piel está mucho más sensible, después, si la secamos con fuerza podemos arañarla, irritarla y hacer que se desescame y se levante la piel si está seca. Por eso, es un hábito en la ducha que debemos dejar de hacer de inmediato.
A priori, no debería importar, de hecho, existen geles que se pueden usar para la piel y el cuero cabelludo, como esos que encontramos en dispensadores en los hoteles. Eso sí, estos solo pueden usarse durante cortos periodos de tiempo. Así lo confirma la Doctora Ana Molina en su cuenta de Instagram. “A la larga el gel y el champú son productos con una formulación diferente, concebidos para actuar en áreas distintas. Los geles de ducha suelen llevar detergentes para limpiar la piel, pero a la vez activos emolientes para restaurar la barrera lipídica y suelen estar formulados a un pH de 5,5”, señala la experta.
“Mientras que los champús son ricos en activos quelantes que permiten limpiar y arrastrar bien toda la suciedad que se acumula en el tallo piloso, a la vez que incorporan acondicionadores o siliconas que recubren el pelo para dar ese efecto de suavidad, brillo y volumen”, añade.
“En resumen, desde el punto de vista dermatológico, no pasa nada por intercambiarlos o usar un mismo producto para todo, especialmente si es de forma ocasional. Sin embargo, el uso continuado de champú en el cuerpo puede acabar resecando tu piel, y el gel en el cabello que este se vea más apelmazado, sin brillo o más áspero”, aclara.
Esto mismo pasa al usar el gel tanto para lavar la cara como el cuerpo. La piel del rostro es mucho más delicada y está expuesta a los factores externos medioambientales y de la contaminación. Además, los jabones para la cara incluyen ciertos ingredientes activos para regular el sebo y estabilizar la piel o ayudar a que se regenere y suelen elegirse según las necesidades de cada piel.
El pelo no debe cepillarse mojado. En ese momento es mucho más frágil porque se hincha por el agua y se puede romper más fácilmente. Por eso debe dejarse secar un poco, cepillarlo cuando esté prácticamente seco y primero de medios a puntas y después la parte más cercana a la raíz. Otra opción es cepillarlo antes de entrar a la ducha.
Solo el champú no hará demasiado por nuestro cabello. El lavado hay que completarlo con hidratación extra y nutrición con acondicionador que facilitará el peinado, mascarilla una vez por semana, sérum para darle vida y aceites.