Linda Evangelista, ícono de la moda de los años 90, reaparecía este miércoles en sus redes para desvelar el espeluznante motivo que la empujó a desaparecer de la esfera pública hace cinco años. La supermodelo, de 56 años, ha denunciado que quedó “brutalmente desfigurada” tras someterse a una criolipólisis, un tratamiento centrado en disminuir las células grasas que desencadenó en ella el efecto contrario, cambiando radicalmente su aspecto y derivando en una enfermedad llamada hiperplastia adiposa paradójica o PAH.
En un intento de arreglar dicha chapuza estética, se sometió a dos intervenciones que, para su desgracia, no le concedieron un resultado satisfactorio. Esto la sumió en una profunda depresión y, desde entonces, sigue en el camino de aceptar su nuevo físico, pero no está siendo fácil. “Hoy doy un gran paso para enmendar un mal que he sufrido y guardado para mí durante más de cinco años”, avanzaba la modelo en este comunicado, donde confesaba que estaba “cansada” de ocultarse: “Me gustaría poder salir por la puerta con la cabeza alta, a pesar de que ya no parezco yo misma”, lamentaba.
Tras hacer pública su estado actual, Linda ha recibido el apoyo incondicional de seguidores y compañeras de profesión con las que tuvo el lujo de compartir pasarela, como Naomi Campbell y Christy Turligton, que le mandaban toda su fuerza y cariño. “Un icono es un icono”, le hacía llegar una usuaria anónima, un comentario que sigue la línea de otros mensajes que han recordado a la ‘top’ que “sigue siendo bella por dentro y por fuera”.
La hiperplastia adiposa paradójica es una complicación poco frecuente del proceso que provoca el crecimiento del tejido adiposo. Esta es una secuela que suele darse entre 8 y 24 semanas después del procedimiento y se da en la zona en la que se realizó el proceso. Según un estudio de JAMA Dermatol realizado en 2014, hay una incidencia del 0.0051% de que esto suceda y no existe un factor común que se haya identificado entre las personas que lo padecen.
La cirugía estética está a la orden del día entre las celebrities. Son cada vez más los que deciden ponerse en manos de profesionales para corregir sus imperfecciones. Y aunque gastan un dineral en conseguir la imagen que desean, también hay quienes acaban lamentándose por el resultado final.
Aurah Ruiz, por ejemplo, es una gran defensora de la cirugía, pero unos retoques en 2019 no le dieron el resultado esperado inicialmente. La ex de Jesé vivió un auténtico infierno tras someterse a un tratamiento que le produjo una reacción alérgica que inflamó su rostro.
Su médico le aconsejó no someterse a varios retoques en el mismo día, pero la exconcursante de 'GH VIP' hizo caso omiso y pidió que le borraran las patas de gallo, las arrugas de la frente, bordearse los labios, dar volumen al mentol y hacerse un alzamiento de nariz. Fue en la boca donde tuvo problemas, ya que la intervención le originó una reacción que se extendió por su cara. La modelo fue al médico, que le explicó que tenía un edema y que la reacción de su cuerpo era normal. Con la ayuda de un antiinflamatorio, el susto pasó en unas horas.
Cardi B tampoco quiere ver un quirófano ni de lejos. La rapera explicaba a sus fans que nunca más volverá a hacerse una cirugía plástica después de los efectos secundarios que tuvo tras pasar por bisturí. Para demostrar que no exagera en sus declaraciones, la artista mostraba sus pies hinchadísimos, según ella, fruto de una intervención. “Mirad cómo se me hinchan cada vez que cojo un avión y mi estómago se me inflama aún más”, aseguraba la intérprete de ‘Up’, que tuvo que posponer algunos conciertos para recuperarse de sus operaciones.
Carola Baleztena, en 2019, denunciaba en sus redes su nefasta experiencia tras someterse a un tratamiento láser: “Les dije que tenía algunas manchitas de tanto sol muy pequeñas que no me preocupaban demasiado y que, a lo mejor, me podía hacer otro láser, como el de depilación”, contaba entonces. Fue así como su médico le recomendó un tratamiento “cero agresivo”, según su versión. La actriz terminó con quemaduras de segundo rostro por todo su rostro.
Camilo Sesto o Donatella Versace son el mejor ejemplo del peligro de los excesos estéticos. A partir del principio del milenio, la diseñadora se obsesionó con los retoques hasta el punto de estar irreconocible en la actualidad. Imposible disimular también el cambio radical del cantante en sus últimos años de vida.